Corría el año 1205. San Francisco recorría los montes pidiéndole a Dios que le hablara, quería conocer su voluntad. Ese día se acercó a la antigua iglesia de San Damián a rezar y de pronto escucha una voz salida de la cruz dónde está la imagen de Cristo crucificado. La historia no puede ser más conmovedora.
“A los pocos días, cuando se paseaba junto a la iglesia de San Damián, percibió en espíritu que le decían que entrara a orar en ella. Luego que entró se puso a orar fervorosamente ante una imagen del Crucificado, que piadosa y benignamente le habló así: “Francisco, ¿no ves que mi casa se derrumba? Anda, pues, y repárala”. Y él, con gran temblor y estupor, contestó: “De muy buena gana lo haré, Señor”. Entendió que se le hablaba de aquella iglesia de San Damián, que, por su vetusta antigüedad, amenazaba inminente ruina. Con estas palabras fue lleno de tan gran gozo e iluminado de tanta claridad, que sintió realmente en su alma que había sido Cristo crucificado el que le había hablado”.
En un principio san Francisco pensó que Jesús se refería a la Iglesia de san Damián y la reparó al cabo de dos años.
Con el tiempo comprendió lo que se le pedía. Y se dedicó a vivir el santo Evangelio en toda su radicalidad.
“Francisco, ¿no ves que mi casa se derrumba? Anda, pues, y repárala”.
En su época la Iglesia tenía graves problemas. No señaló a nadie, ni acusó a los religiosos que vivían opulentamente, hizo algo extraordinario y simple: “Amó”. Esto bastó para llamar la atención de otros y que quisieran vivir como él, en esa simpleza y pureza de espíritu.
Tengo una copia de esa hermosa cruz en mi escritorio. Me agrada verla y rezar y pedir al buen Jesús la gracia de la fidelidad y la pureza de corazón y la humildad que tanta falta me hace.
Hoy me ha venido a mi mente la escena de san Francisco orando y Jesús desde la cruz hablándole y pensé enseguida en el Papa Francisco. Hace poco lo hemos visto en un video rezando ante el Cristo que le habló a san Francisco. Y viendo los eventos que se viven en Pensilvania y otros lugares, bien podría ser aquella voz para nuestros tiempos.
“Francisco, ¿no ves que mi casa se derrumba? Anda, pues, y repárala”.
Recemos por nuestro buen Papa Francisco, que guía la Santa Iglesia de Cristo y necesita y “pide” nuestras oraciones.
¡Dios te bendiga!
…………..
¿Has leído los maravillosos libros de nuestro autor Claudio de Castro?
Queremos recomendarte “SANADOS POR EL GRAN MILAGRO DE LA EUCARISTÍA”. Es un dulce abrazo para el alma, consuelo en los días difíciles, una bocanada de aire fresco. Haz “CLIC” aquí y podrás darle una mirada.