Desde que mis hijos eran pequeños, solíamos ir a un pueblo montañoso de Panamá llamado Boquete. El clima es fresco y hay grandes sembradíos de café de altura. Camino a Boquete, en un pueblito llamado Dolega tienen cerca de la carretera una imagen grande de San Francisco de Asís hablando con el hermano lobo. Solía bajar el vidrio del auto y saludarlo con un fuerte grito: “Paz y bien, Hermano Francisco”. Con el tiempo se sumaron mis hijos a este saludo franciscano.
Hablar del hermano Francisco es mencionar la hermana pobreza, el amor, el perdón, la paz, la entrega incondicional a Dios, vivir al servicio de Jesús, propagar el evangelio con la vida, tu ejemplo y tu palabra.
Francisco hace que se estremezcan nuestras almas, avergonzados por no atrevernos como él lo hizo, a seguir los pasos de Jesús y vivir la radicalidad del evangelio. Amar siempre. Perdonar a todos, hacer el bien, desprendernos de todo lo que nos impide seguirte.
Creo que te lo he contado, esta es una pequeña historia que me gusta relatar. La llevo impresa en mi alma. Es difícil de explicar, pero cada vez que atravieso una situación de peligro para mi alma, la recuerdo y me ayuda a salir adelante y hacer lo correcto.
Estábamos de niños en el salón de clases, la religiosa Franciscana, la hermanar Ávila, entró al salón con la mirada seria. Nos miró con tristeza.
“Queridos niños. Nunca ofendan a Dios, que los ama mucho. Conserven puros vuestros corazones. Y en cada comunión entréguenle lo que más espera de ustedes, el amor. Amen mucho a Jesús queridos niños”.
Me prometí amar mucho a Jesús, tenerlo contento.
Amado Jesús,
danos un poco de tu amor, para animarnos a vivir como Francisco
y convertirnos en instrumentos de paz.
Perdona nuestras culpas, el orgullo que nos carcome,
los miedos que no nos permiten avanzar,
las dudas que nos alejan de ti, el deseo de tener más siempre más,
en lugar de ser más y buscarte más.
Transforma nuestras vidas para que seamos un reflejo de tu amor.
Aquí estoy Señor, dispuesto a todo por ti.
Dame el valor y el amor que necesito para seguirte.
Yo quiero ser un instrumento de tu paz.