Esta mañana a las 5:00 a.m. salí de mi casa hacia el Santuario Nacional del Corazón de María en Panamá. Haría mi visita dominical a Jesús Sacramentado en el sagrario tan hermoso que tienen allí. Es un bello oratorio, pequeño, acogedor, que invita a la oración y a la contemplación. Paso ratos verdaderamente maravillosos acompañando a Jesús en aquél sagrario.
Recordé mi promesa y le dejé tus saludos. Tantos me lo piden:
“Cuando vaya don Claudio salude a Jesús de mi parte”.
Y es lo que hoy hice.
Antes, me detuve en el altar mayor de la iglesia donde hay una imagen de nuestra Madre del cielo, cargando a Jesús niño, como si nos diera su maternal bendición, para agradecerle su protección maternal y contarle de unas pequeñas ofensas que hemos recibido en estos días, al escribir y publicar sobre ella. Pido a nuestra Madre perdone esos agravios, que no los tome en cuenta.
Llegué a una simple conclusión:
“Qué felicidad clamar al mundo nuestra condición de hijos de María, y tener qué ofrecerle. Qué privilegio recibir esas duras palabras por defender a nuestra Madre del cielo, honrar su nombre, su maternidad, su pureza y por amarla. No somos dignos de ello, lo sabemos. Aun así abrazamos cada gesto y palabra con alegría”.
Me declaro “hijo de María”, la siempre Virgen y Madre de nuestro Salvador. Es mi madre, nuestra Madre celestial.
No temas decirle a la Santísima Virgen, la siempre Pura y Madre de Dios, que la amas y que imploras su intercesión ante su hijo Jesús.
Bien lo saben los mexicanos cuando acuden confiados a la la Virgen de Guadalupe pues ella misma le dijo a san Juan Diego:
“¿No estoy aquí que soy tu Madre?”
“El único camino a Dios es Jesús”, nos aseguran algunos, y es muy cierto. No lo negamos, al contrario. Pero olvidan que el camino más corto a Jesús, es “SU MADRE”. Siempre, el camino más corto a un hijo será su madre.
https://www.youtube.com/watch?v=F4xtJOQSY2E
Qué bella eres María. Ninguna palabra en este mundo podrá describir tu hermosura.
Con tantos pecados en nuestras espaldas, ¿cómo acercarnos a Jesús? A través de María su Madre. “A Jesús por María”.
Quiero clamar con todos los que nos llamamos “Hijos de María” con mis pobres palabras que siempre “te honraré y amaré”.
Decirte que eres la más hermosa.
“Bendita sea tu pureza y eternamente los sea, pues todo un Dios se recrea, en tan graciosa belleza. A Ti celestial princesa, Virgen Sagrada María, te ofrezco en este día, alma vida y corazón. Mírame con compasión, no me dejes Madre mía. Amén”.
Termino con esta bella oración san Anselmo. La copio para ti, como un hijo que acude confiado a su madre.
“No son para contar, Reina clementísima, los que habiendo invocado tu nombre, han conseguido la eterna salvación; ¿y quieres que invocándote yo, sea defraudado en mis esperanzas? Tal vez no oyes mis clamores en razón de mi gran maldad; pero aun así, no dejaré de llamarte y de decirte con toda el alma, pues tú eres tan noble y benigna de condición… da oídos a quien humildemente llama a tu puerta, y no le desatiendas en sus esperanzas, ni le abandones en su tribulación… Sana con tus celestiales medicinas las profundas heridas de mi alma abierta, desátame de los carnales lazos que me aprisionan en la tierra y abrígame siquiera con un jirón del espléndido manto de tu gloria”.
Qué bella eres María, Inmaculada Madre de nuestro Salvador.
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