¿Qué harías si Dios te llama hoy a servirle?
Es una pregunta muy íntima que debes responder. Te sugiero hacerlo frente al sagrario, con Jesús. Mirarlo y que Él te mire. Estás frente a Jesús Sacramentado. ¿Qué harás? Yo le respondería con la bella oración del Padre Pío que llevo días rezando, ante mi debilidad:
“Quédate Señor conmigo. Sin ti desfallezco y caigo”.
También respondería como Elías:
“Ardo de amor celoso por Yahvé” (1, Reyes, 19)
Un sacerdote amigo me contaba:
“Dios primero elige, después te da las gracias que vas a necesitar para tu misión”.
El mejor ejemplo lo tenemos en Moisés. Ayer en misa el sacerdote durante su homilía lo mencionó. Dios lo llama, le asigna una misión y ¿qué responde Moisés?
“Cuando vio Yahvé que Moisés se acercaba para mirar, le llamó de en medio de la zarza, diciendo: « ¡Moisés, Moisés!» El respondió: «Heme aquí.»” (Éxodo 3, 4)
Vamos bien hasta aquí. Luego Dios le dice lo que espera de él. Esta parte me encanta.
Me enseña que a pesar de nuestras debilidades Dios confía en nosotros.
Y cuando toma una decisión, no es fácil zafarse.
Dios lo pide todo. Y lo da todo.
Dios le muestra a Moisés los prodigios que hará delante del Faraón. Esto no le convence mucho. Aún teme.
“Dijo Moisés a Yahvé: « ¡Por favor, Señor! Yo no he sido nunca hombre de palabra fácil, ni aun después de haber hablado tú con tu siervo; sino que soy torpe de boca y de lengua.» Le respondió Yahvé: « ¿Quién ha dado al hombre la boca? ¿Quién hace al mudo y al sordo, al que ve y al ciego? ¿No soy yo, Yahvé? Así pues, vete, que yo estaré en tu boca y te enseñaré lo que debes decir.» Él replicó: «Por favor, envía a quien quieras.» (Éxodo 3, 10-13)
Dios confía en nosotros. Nos ama. Y cuando toma una decisión, no es fácil zafarse.
“Entonces se encendió la ira de Yahvé contra Moisés, y le dijo: « ¿No tienes a tu hermano Aarón el levita? Sé que él habla bien; he aquí que justamente ahora sale a tu encuentro, y al verte se alegrará su corazón. Tú le hablarás y pondrás las palabras en su boca; yo estaré en tu boca y en la suya, y os enseñaré lo que habéis de hacer. Él hablará por ti al pueblo, él será tu boca y tú serás su dios.” (Éxodo 3, 14-16)
Aquél: “Por favor envía a otro”, me es conocido. Tengo amigos a los que Dios de diferentes formas les ha llamado y muchos responden así. Pasan años tratando de esconderse, hasta que un día se topan de frente con Dios. Él los enamora, los llena de gracias, y caen rendidos para entregarse por completo.
¿Te llama Dios?
¿Lo sientes? ¿Lo sabes?
¿Te vas a esconder? O responderás:
“Aquí estoy. ¡Envíame!”
……….
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