A menudo recibo esta pregunta: “¿Cómo puedo saber si Dios me pide algo?”
Esa es la inquietud que todos tenemos.
“¿Qué me pide Dios?”
Suelo responder de la misma manera una y otra vez.
“Ve al sagrario y después de un rato de oración profunda, íntima, pregunta a nuestro Señor, a ver qué te responde. Luego busca un sacerdote, haz una buena confesión sacramental, recuperar la gracia te ayudará. Cuéntale al sacerdote tus inquietudes. Ellos tienen toda la experiencia del mundo”.
Los mejores consejos siempre los recibo de un sacerdote. Me han dedicado tiempo valioso, escuchando, aconsejando, mostrándome el camino de la gracia y la pureza, por eso les tengo tanto aprecio.
Al final… Las cosas de Dios siguen siendo un misterio para mí.
Soy un simple mortal, ¿cómo comprender sus designios?
Sé que debo confiar, abandonarme en su santa voluntad, y hacer lo que me pide.
¿Cómo descubrirlo?
Partamos por los 10 mandamientos.
Me pregunto:
¿Los cumplo?
Luego abro la Biblia y escucho su dulce voz que me dice:
“Porque yo soy Yavé, Dios de ustedes; santifíquense y sean santos, pues yo soy Santo”. (Levítico 11, 44)
“Como hijos obedientes, no os amoldéis a las apetencias de antes, del tiempo de vuestra ignorancia, más bien, así como el que os ha llamado es santo, así también vosotros sed santos en toda vuestra conducta, como dice la Escritura: Seréis santos, porque santo soy yo.” (1, Pedro 1, 14 – 16)
Me parece que nuestro primer llamado es a la santidad.
Por tanto, seas médico, abogado, ingeniero, ama de casa, vendedor, oficinista, funcionario, maestro, enfermera… tu primer llamado es a la santidad.
Y, ¿qué eso de ser santo?
Hay un artículo del Padre Carlos Padilla que trasciende y debes leer: “¿Qué significa ser santo?”
Desde niño mi mayor ilusión ha sido ser santo. Tener contento a Dios. Un santo invisible de esos que nadie lo nota, sólo Dios. Pero cada día se me hace más difícil.
Me doy cuenta que por mis propias fuerzas jamás podré lograrlo. Por eso le pido a Dios que me dé amor, porque me falta y mucho, determinación, para hacer su santa voluntad, confianza, para confiar plenamente, caridad para ser generoso con todos, y que me lleve de la mano como un Padre a su hijo pequeño.
¿Ser santo(a) para Dios? NO TEMAS INTENTARLO.
Al final la mejor definición me parece haberla leído de un escrito del Papa Benedicto XVI:
“Ser santo es ser amigo de Dios”.
¡Qué maravilla!
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Son un oasis para el alma afligida.
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