Esta madrugada a las 5:00 a.m. entraba al oratorio que me encanta visitar, donde está el sagrario de tantas aventuras con Jesús sacramentado. En este lugar he visto milagros patentes. Me he percatado de la presencia REAL de Jesús, “vivo” en el sagrario.
Encendí las luces del oratorio.
Nos encontrábamos solos Jesús y yo. Me habría encantado hallar el oratorio repleto de devotos, en oración ante el buen Jesús, expresándole su amor, pidiéndole las gracias que todos necesitamos para seguir el camino de la vida. Y es que somos tan frágiles.
Si Él no nos sostiene caemos. Al menos así me ocurre a mí.
Volví a mirarlo. Y le dije:
“Te amo Jesús”.
A esa hora de la madrugada, un tiempo de silencio, me pareció un momento maravilloso. No podía desperdiciarlo y me quedé con el buen Jesús, acompañándolo, hablándole de ti.
“Tengo un listado grande personas que me han pedido que te hable de ellos. Tú sabes quiénes son, conoces sus necesidades, acoge favorablemente sus suplicas buen Jesús”.
Aproveché y grabé este video para ti. De esa forma podrías acompañarme en esta pequeña jornada de oración, ante Jesús Sacramentado.
Es curioso, ayer por noche un sacerdote amigo me escribió diciéndome:
“Mañana cuando visites a Jesús me lo saludas”.
Me sonreí y le pregunté:
“¿Y cómo sabes que mañana iré a verlo?”
“Es que me has contado lo que te ilusiona visitarlo los domingos por la madrugada”.
La verdad, me ilusiona mucho.
Dentro de este oratorio pensé en ti que lees mis escritos y me acompañas en esta aventura espiritual.
Quisiera que Jesús te bendiga y te muestre su amor inmenso. Que te acompañe siempre. Que experimentes su presencia en tu vida.
A las 6:00 a.m. regresé a casa. Vida, como de costumbre, estaba preparando el desayuno: café, con panecillos calientes y avena. Es un momento que disfrutamos mucho porque podemos conversar y planear el día.
Mientras desayunaba recordé que hace poco en un centro Comercial, Vida y yo, nos encontramos a un antiguo profesor de geografía. Nos comentó que su esposa había fallecido meses atrás. Ella fue su compañera durante años y ahora se veía perdido sin su presencia cotidiana.
Era muy doloroso sentir esta soledad, pero hallaba consuelo en el sagrario, con la compañía de Jesús Sacramentado. Por eso iba todos los días a visitarlo.
Entonces sonrió con tranquilidad y me dijo estas palabras que nunca olvidaré:
“El sagrario es un oasis de paz”.
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Te dejo con esta bella canción Eucarística.