De pronto te das cuenta que la vida no fue como la planeaste.
Hiciste tantos planes. Y todo resultó al revés. ¿Te ha pasado?
Recién cumplí los 60. ¿Cuándo pasaron los años? No tengo idea.
Un día estaba jugando de niño en el patio de mi casa, al otro montaba bicicleta por las calles de mi provincia Colón y al otro día estaba sentado, ya mayor, frente al ordenador, escribiendo esta reflexión para ti.
Cierro los ojos y aún veo al Claudio niño, de pantalones cortos y camisa blanca, que iba ingenuo por el mundo. Un soñador sin preocupaciones. Me levantaba temprano para ir a Misa y saludar a Jesús en la capilla que estaba frente a mi casa. Al salir de aquella capilla estaba listo para ir a la escuela. Ignoro por qué descuidé esta costumbre al crecer.
Tuvieron que transcurrir 33 años para retomarla. Reconocer que sin su amistad, la vida carecía de sentido. Que Él era el Camino.
A menudo se me acercan personas mayores para contarme sus vidas. Muchos se quejan que los años se les fueron inútilmente. Como sabes nunca he sido un buen consejero. Sólo las escucho. Sonrío amablemente y las envío con un sacerdote que las oriente y les sugiero visitar a Jesús en el sagrario.
Algunos me comentan que han perdido el camino. Que sus vidas transcurrieron sin sentido. No han podido descubrir que la vida es maravillosa, un don de Dios que se nos da. La oportunidad de llegar al Paraíso. Y mientras tengamos vida podemos cambiar, mejorar y sacar provecho de cada día. Hacer buenas obras, rezar, vivir en la dulce presencia de Dios, nuestro Padre.
Confía que Dios nunca te va a defraudar.
De pronto te das cuenta que la vida no fue como la planeaste. Hiciste tantos planes. Y todo resultó al revés. ¿Te ha pasado? Yo he descubierto que este es un mundo lleno de posibilidades. Y que nuestro Dios, es el Dios de las oportunidades. Caes, Él te perdona y te levanta. Más sencillo no puede ser. Sólo necesitas tener la voluntad para cambiar, arrepentirte, confesar tus pecados con un sacerdote y seguir adelante sin aferrarte al pasado.
Hace unos días recibí un email de un lector. Me comentaba lo genial que le iba desde que decidió visitar a Jesús en el sagrario. Solía vivir a velocidad, complicado por su trabajo. Y no se daba tiempo para la oración ni para pensar en Dios.
Empezó de a poco visitando a Jesús. De pronto se dio cuenta, que Jesús llenaba su vida. Iba al sagrario todos los días, un rato antes de llegar a su trabajo. Como una necesidad vital. Necesitaba estar con Jesús. Le traía una paz a su alma y una serenidad que no había encontrado en otro lugar. Cuando hallaba la puerta de la Iglesia cerrada, desde el portón saludaba a Jesús. Y se quedaba un rato allí rezando. Esto no era impedimento para cumplir su visita diaria, aunque tuviese que quedarse afuera de la iglesia. Su vida dio un giro radical. Se confesó después de 11 años. Esto fue lo que me comentó:
“He dejado como un saco de piedras pesadas a un lado del camino. Me siento ligero. Feliz. Renovado”.
Ha tomado un camino diferente y se siente nuevamente alegre, con entusiasmo. También tú puedes lograrlo.
La vida es muy corta, pasa rápido, pero es maravillosa. Vale la pena gastarla por Dios, vivirla a plenitud y ser felices.
!Vamos Arriba!
Tú puedes. Confía… !Vive y sé Feliz!
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