A veces enfrento dificultades como tú. No pienses que por escribir estos blogs estoy exonerado de los sufrimientos y la adversidad. Paso dificultades, veo injusticias. Y en cada momento me digo: “Te lo ofrezco Señor”.
Ese sencillo gesto de confianza me une estrechamente al Padre. Lo sé a mi lado y experimento su amor y ternura. Y todo cambia, en ese momento para mí. Los problemas permanecen, pero se van el miedo, la inseguridad y me lleno de fortaleza y paz.
Soy un simple mortal y no merezco nada. Dios es la gratuidad. Lo da todo porque quiere y nos ama. En realidad, nunca encontrarás motivos para el amor. Se ama porque sí, porque así es el amor. Ahora bien, Dios que es el Amor puro, eterno, no puede dejar de amar y cuando ese amor se desborda siento que nos lo obsequia a nosotros, sus hijos.
Lo que te cuento no es teoría de la que lees en un libro. Es real. Lo vivo como muchos católicos y creyentes en el mundo. Hay que abandonarse en los brazos paternales de Dios.
Él cuidará de ti.
Esta mañana en Misa reflexionaba en un problema muy serio que estoy confrontando. Me encontraba un poco distraído pensando en cómo solucionarlo. El sacerdote estaba en medio de la homilía y de pronto me di cuenta: “Estás en misa Claudio”.
Me concentré para escuchar al buen sacerdote y participar devotamente de la Eucaristía. Al comulgar le dije a Jesús que le quería. Me gusta consentirlo, que sepa que lo amamos. deseo esté contento.
Le pido que llene cada molécula de mi cuerpo con su gracia y amor. Que habite en mí, a pesar de mis pecados, limpie mi alma y se quede conmigo.
En ese momento comprendí mi error con el problema que tengo en las manos. Busco cómo solucionarlo por mis fuerzas. Así nunca podré. “Confía Claudio. Debes confiar en Dios, que todo lo hace bien”, me dije.
A veces no es fácil confiar, ¿verdad? Pero debemos hacerlo.
Es de noche, mientras te escribo. Ha sido un día largo. Me iré a dormir con este pensamiento: “Confía y te irá bien”. Es lo que te recomiendo con ese mal momento que estás enfrentado,
“Haz la prueba. Confía en Dios. No te va a defraudar”.
¡Dios te bendiga!
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