Hace nos días te aconsejé que visitaras a Jesús en el sagrario. Lo hice convencido que Él te llenaría de gracias y te daría la fortaleza que estás necesitando. Siempre lo hace. Se complace cuando sus hijos lo visitan. Es tanto su amor que no puede contenerlo. Y anhela compartirlo con nosotros, abrazarnos, consentirnos, llenarnos de ternura.
No tienes idea la cantidad de mensajes que me llegan por email, en los comentarios de estos blogs, personas que encuentro en la iglesia, en un supermercado. Todos me hablan de Jesús en el sagrario.
Recuerdo con alegría aquella jovencita de unos 17 años que me vio cuando me bajé del automóvil en la Iglesia de Guadalupe y me esperó en la entrada de la capilla donde está el sagrario.
―Usted es Claudio de Castro, ¿verdad?
Asentí con la cabeza.
―Desde que empezó a escribir sobre el sagrario y a compartir sus vivencias, me aventuré, quise venir ante el sagrario. Me postré a los pies de Jesús, le conté mi vida, le pedí que me ayudara. Experimenté su amor y ahora no quiero salir de aquí. Cada momento libre lo paso en la capilla acompañando a Jesús, agradeciéndole su amor. Ojalá todos lo supieran. No deje de escribir sobre el sagrario.
Escucharlo de una joven, era increíble. Le agradecí sus nobles palabras. Y le dije emocionado:
―Pues entremos, que Jesús nos espera.
Por algún motivo solían acercarse a mí las personas para contarme sus vidas y pedirme consejos, durante el tiempo que trabajé en una empresa distribuidora. Solía pensar: “¿Por qué me dicen estas cosas? No sabría cómo ayudarlos”.
Un día le aconsejé a una joven que se veía desesperada: “¿Por qué no va al sagrario y le cuenta sus inquietudes a Jesús? Estoy seguro que Él la va a ayudar, algo que yo no podía. Para Él nada hay nada imposible. Me ha enseñado a confiar y es un gran amigo”.
Al día siguiente regresó a mi trabajo, pidió hablar conmigo y lo que me contó me dejó de una pieza. Aún hoy me emociono al pensarlo. Apenas lo creía. Tenía una sonrisa imborrable en su rostro., Se le notaba muy emocionada. Quería darme las gracias “por el maravilloso consejo que le di”.
“Agradezca a Jesús”, le respondí. “Él es quien todo lo hace por amor”.
La siguiente ocasión recordé este evento y escribí en un papel: “Visita a Jesús en el sagrario. Cuéntale todo lo que estás pasando”. Lo doblé y le dije a la persona: “Me estoy dando cuenta de algo que me ha sorprendido y puede que te ayude. Cuando salgas de mi oficina desdobla este papel y haz exactamente lo que allí dice”.
A los días esa persona volvió. Fue exactamente igual. Su rostro totalmente cambiado. Lo que me contó me impactó tanto que a la salida del trabajo fui al oratorio que estaba cerca para agradecer a Jesús en el sagrario tanta bondad con nosotros.
“Te quiero Jesús”, le dije, una y otra vez.
Y luego, volvió a ocurrir y cualquier duda en mí se disipó. Por eso cuando me pides un consejo mi respuesta es simple: “Ve al sagrario y habla con Jesús”.
¿Puedo pedirte un favor? Cuando lo visites dile: “Jesús, Claudio te manda saludos”. Ya sabes que me encanta sorprenderlo.
“Te quiero Jesús. Gracias por amarnos tanto”.
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“EL SAGRARIO” es un clásico de espiritualidad que “ENCIENDE los CORAZONES” en amor a Jesús Sacramentado. Escrito por nuestro autor Claudio de Castro
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