Dulce Madre Nuestra, ampáranos, no nos dejes solos. Necesitamos de ti y de tu Hijo Jesús. Guárdanos bajo tu manto sagrado. Vela por nosotros y nuestras necesidades.
No temas nunca acercarte a la Virgen Santísima y pedir sus favores del cielo. Ella ve a su hijo y puede obtenernos de Él, grandes gracias. La mayor de todas es que podamos ir al cielo, al final de nuestras vidas. María nos llevará a Jesús y Él a su Padre.
“Dios mío, yo creo, adoro, espero y os amo. Os pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no os aman”.
He vivido momentos muy difíciles y siempre he encontrado en su regazo maternal los consuelos y gracias que he necesitado para levantarme y continuar luchando.
La Virgen Santísima es una Madre, sobre todas las cosas. Una madre que nos fue dada por su hijo Jesús.
¿Crees que no le aflige lo que vives? La imagino hablando con Jesús en el cielo. “Hijo mío, ayúdalos”. Luego se voltea a ti y te dice: “Haced lo que Jesús os diga”.
Siempre te pide amar mucho a su hijo Jesús, seguir sus pasos, orar, amar, perdonar, vivir el evangelio, pedir por la conversión de los pecadores, rezar el Rosario.
“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, os adoro profundamente y os ofrezco el preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Jesucristo, presente en todos los sagrarios de la tierra, en reparación de los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con que El mismo es ofendido. Y por los méritos infinitos de su Santísimo Corazón y del Corazón Inmaculado de María, os pido la conversión de los pobres pecadores”.
Reza el Rosario. Sé que algunas veces vives momentos oscuros, difíciles, pero no te desanimes.
Encontré esta bella consagración al Inmaculado Corazón de María y me gustó mucho, por eso te la comparto.
“Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra, a vuestro Corazón Inmaculado nos consagramos, en acto de entrega total al Señor. Por Vos seremos llevados a Cristo, y por Él y con Él seremos llevados a Dios Padre. Caminaremos a la luz de la fe, y haremos todo para que el mundo crea que Jesucristo es el Enviado del Padre. Con Él queremos llevar el Amor y la Salvación hasta los confines del mundo. Bajo la maternal protección de vuestro Corazón Inmaculado, seremos un solo pueblo con Cristo. Seremos testimonio de su Resurrección. Por Él seremos llevados al Padre, para gloria de la Santísima Trinidad, a quien adoramos, alabamos y bendecimos. Amen”.
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