Se estima que la depresión afecta a 350 millones de personas en todo el mundo. Esta enfermedad es difícil para la persona que la padece. Aunque no siempre lo diga, necesita apoyo para mejorar.
La depresión es profundamente aislante. La persona deprimida puede sentirse herida o exasperada por ciertas palabras y gestos poco delicados de su entorno.
Aquí hay diez cosas que puedes hacer si quiere ayudar a un familiar que está deprimido.
1. Compadecer sin lamentarse, sin “entrar en su juego” y sin ceder al chantaje emocional. Escuchar sin ser absorbido por el “delirio” o la lamentación y responder positivamente: “Hay una solución y la encontraremos juntos”.
2. Algunos gestos afectuosos (tomarse de la mano, abrazarse, mirar, sonreír…) son a menudo más eficaces que las “buenas palabras”.
3. Explicar a los niños que si su mamá o su papá se siente triste, no es su culpa, es un episodio doloroso en su vida, que la depresión es una enfermedad que se puede curar, pero que es como una carrera de distancia. Así que hay que tener paciencia.
4. No dejar que la persona se encierre en su soledad. Intente a toda costa sacarla de su casa para romper su aislamiento: propóngale visitas, paseos, ir de compras… Preséntale gente que va bien.
5. Incentivar la más mínima iniciativa y felicitarla por los “pequeños pasos”.
6. Tratar de mantener la calma y no tener miedo de establecer límites en caso de ira injustificada. La depresión no lo excusa todo.
7. No admitir la negligencia.
8. Evitar observaciones que empujen a la persona hacia el desamparo, como por ejemplo: “¡Tienes todo para ser feliz!”, “Miras demasiado a tu ombligo” o “¡Muévete un poco!” – que es como incitar a un amputado a correr.
9. No debe dejarse agotar por la persona deprimida, debe saber cómo distraerse y “recargar las pilas”. ¡Y no hay que sentirse culpable por estar harto!
10. Rezar al Señor para que te dé la fuerza para desempeñar bien tu papel y que asegure la curación del enfermo.
Luc Adrian