3 claves para educar a los niños en el compromiso y la responsabilidad
Lograr que tu hijo esté dispuesto a ayudar no es fácil. Colaborar en las tareas del hogar, hacer algún favor requiere esfuerzo y generosidad, una cualidad que ha de ser inculcada en los niños pues es humana su inclinación en buscar primero su comodidad y sean reacios a ayudar en casa.
Pensar que el niño aprenderá a ayudar por sí mismo es un engaño. Un niño de tres años querrá ayudar, pero los niños mayores se quejarán, refunfuñarán y ayudarán a regañadientes. “¡No tengo tiempo, ya lo hice hace una semana y siempre lo tengo que yo! ¡No es justo! ».
Pero ¿debemos rendirnos, renunciar, abandonar y creer que avanzaremos más rápido haciéndolo todo nosotros mismos, que es agotador pedírselo continuamente? No, sobre todo no: hacer del niño una persona servicial es un trabajo a largo plazo, que requiere paciencia y perseverancia.
La educación de las personas para que sean generosas comienza con el aprendizaje de las tareas diarias de la casa.
Saber agradecer y no desanimar al niño
Superar el egoísmo es una verdadera lucha que comienza a una edad muy temprana y nunca se termina. Enseñarle a su hijo a abandonar por unos minutos la actividad que le apasiona le ayuda a salir de su egoísmo. Haciéndole estar atento a las necesidades de su entorno, despertamos en él la delicadeza de una mirada que sabrá ver a los demás.
La paciencia, la constancia y la resistencia no impiden la creatividad y el humor. Efectivamente, es posible hacer que los favores sean agradables. Por ejemplo, puedes proponer al niño una lista de tareas para que escoja la desea realizar.
Para fomentar el diálogo sobre el tema, una vez a la semana se puede revisar cómo ha cumplido su encargo y felicitarle si lo ha hecho bien o llamar al orden si no fue así. Si hacer un favor forma parte de la vida, también es necesario dar las gracias.
No se puede tener uno sin la otra. Un agradecimiento, un cumplido acerca de la tarea realizada será un estímulo para continuar.
También hay que tener cuidado de no desanimar a los niños: los cubiertos pueden no estar dispuestos tan perfectamente como se hubiera deseado. ¿Es el momento de reírse o de enseñar al niño a hacer las cosas correctamente?
Sobre todo, dar el ejemplo
Y nosotros, los padres…
- ¿Cómo hacemos para servir a nuestros hijos?
- ¿Estamos disponibles cuando nos lo piden?
- ¿Sabemos cómo interrumpir una actividad para responder a sus peticiones de ayuda o de escucha?
- ¿Estamos dispuestos a “perder” el tiempo sentándonos con ellos para contarles una historia o jugar a un juego?
- ¿Qué ejemplo damos en nuestra relación?
- ¿Sabemos cómo servirnos mutuamente?
- ¿Estamos atentos a las necesidades de los demás?
- ¿Cómo reaccionamos cuando nuestra pareja nos pide algo?
- ¿Estamos abiertos a los demás, a nuestros padres de edad avanzada?
Conscientes de que toda la educación está en primer lugar a través del ejemplo que damos, es esencial que nos preguntemos cuánta generosidad circula entre nosotros.
En 2001, en la Exhortación Apostólica Familiaris Consortio San Juan Pablo II recordaba: “La familia es una escuela de humanidad. Esto se logra a través del servicio recíproco de cada día”. ¡Tengamos siempre estas preciosas palabras en nuestro corazón!
Elisabeth Content