La “hucha de Cuaresma”, el “tazón de arroz”… son excelentes iniciativas que pueden resultar aburridas con el paso de los años. ¿Y por qué no enfatizar como familia en el don de sí mismo y la comunión en la oración?
Para poder dar, primero hay que identificar lo que falta. No es fácil aprender a abrir los ojos. ¿Quién es el más necesitado en mi entorno? ¿En nuestro entorno? Los niños son sorprendentes en su percepción de los sufrimientos...
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La Cuaresma es una oportunidad para cultivar el sentido de acogida personal, en primer lugar, pero también un sentido de acogida familiar. Cuidado, no es fácil estar a gusto con un amigo discapacitado, enfermo o que vive en la calle… Hablar de ello con antelación es esencial.
Aprovechad también esta ocasión para hacer especiales vuestras relaciones cotidianas.
- Por la mañana temprano, un beso entre los cónyuges antes de comenzar la jornada.
- Dedícale un momento único a tu hijo que juega tanto tiempo a solas o, simplemente porque necesita un tiempo con su papá o mamá
- Realiza un acto de confianza a tu hijo ya adolescente
- Acuérdate de tu suegra, de tu madre o hermana. Una llamada, por ejemplo.
El objetivo es fortalecer la comunión familiar dejar que Dios viva en ella. ¿Y por qué no continuar estas pequeñas iniciativas incluso después de esta Cuaresma tan especial?
Yolande Bésida