Para muchas parejas, el fin de semana es la ocasión de encontrar tiempo para los dos juntos después de una larga semana sin verse realmente. Lo único es que a veces la realidad puede ser radicalmente opuesta a las expectativas. Así que, ¿por qué no preparar este momento de relajación con antelación? ¡Guía para conseguirlo!
¿A quién no le ha decepcionado alguna vez un fin de semana? Ambos esposos esperaban mucho de esos dos días, pero el clima cambió rápidamente a tormentoso por motivos a menudo confusos y, entonces, cada uno suele terminar cargando contra el otro: mal humor, riñas, defensa de los intereses propios…
“Sin embargo, habíamos pasado una buena semana. ¡Y cataplún! Los dos días echados a perder”, me cuenta Cécile, del todo disgustada. En cuanto a Édouard, él esperaba de ese fin de semana que reparara (¿como por milagro?) todos los malentendidos de la semana. Para no terminar decepcionados, cada pareja tiene que preparar su fin de semana.
Dejar a un lado la vida profesional para tener la mente tranquila
Primero hay que hablar juntos de lo que espera cada uno, en una perspectiva matrimonial (incluso familiar, no es incompatible) y no prioritariamente personal. El objetivo es, coincidimos, pasar buenos momentos como matrimonio. A continuación, hay que ver cómo vivir ese tiempo sin incluir las tensiones del trabajo diario. Habrá que tener la mente tranquila (tanto como se pueda), por ejemplo, dejando a un lado los documentos profesionales.
¿Por qué no clasificar las fotos que nunca hay tiempo de organizar? Esto evocará los momentos agradables, felices, románticos, divertidos… ¿Por qué no enseñar al otro uno de nuestros centros de interés? ¿O dar un sencillo paseo, ir a ver una exposición, organizar una cena entre amigos…? Resumiendo, todo lo que la imaginación pueda inventar.
La vida espiritual también es un ámbito que gana cuando se explora en pareja. Las confidencias vividas con respeto desarrollarán una gran intimidad. Sin embargo, la consigna es, de la preparación a la realización, tener una actitud atenta hacia el cónyuge, sin juicio ni crítica, planteando solo las preguntas necesarias para una mejor comprensión de lo que se ha compartido.
¡Respirar sí, improvisar no!
Pero entonces, ¿es necesario tenerlo todo previsto? ¿El objetivo del fin de semana no es disfrutar sin programas ni obligaciones para desconectar de las preocupaciones ordinarias? Es un comentario frecuente que expresa bien el deseo de respirar tranquilos después de una semana muy cargada.
Es verdad que hay que saber disminuir la velocidad, pasar a modo “relajación” y disfrutar haciendo cosas distintas de las obligaciones ordinarias. No obstante, como pasa en la música, la improvisación necesita de aprendizaje y preparación para conseguir una buena armonía. Improvisar es fácil estando uno solo, pero cuando se trata de encontrar un feliz acuerdo entre dos, más vale asegurarse de que cada uno ha valorado bien los deseos del otro, que a veces se enmascaran por pudor.
Marie-Noël Florant