Tener miedo o estresarse ante la idea de presentar a nuestro novio o novia a la familia es algo normal. ¡Aquí tienes una lista de preguntas que plantearte antes de dar el salto!
“Hace dos años que oculto a mis padres que tengo un novio. Estoy decidida a contárselo, pero pospongo el momento una y otra vez. Temo su reacción… No estoy orgullosa de tener la impresión de ser la niñita que no quiere entristecer a sus padres, pero ya tengo 27 años y debería asumir mi elección. Sin olvidar que soy cristiana –y esto es importante para mí–, aunque me haya distanciado un poco de un tiempo a esta parte. ¿Cómo encontrar el valor para decírselo?”, confiesa Bénédicte, llena de deseo de dar el paso y al mismo tiempo llena de temores.
Si estás en la misma situación que Bénédicte, ¿cuáles son esas reacciones que temes? ¿Que tus padres te juzguen, que encuentren a tu pareja demasiado de una manera o de otra? ¿Que estén decepcionados, preocupados por tu futuro con alguien que no consideren “tan bueno” para ti o que no se adecue a lo que habían imaginado?
Quizás piensen que, si no te decides, es que tú misma no estás seguro de tu elección y de si estarías más feliz casado… Tienes que tener presente que tus padres reaccionarán, sin duda, conforme a sus valores.
Aprender a asumir y a afirmar nuestra elección
Evocas el deseo de no entristecer a tus padres y eso te honra. Pero se trata de tu vida. Y ¿qué padres podrían tener pena al ver a sus hijos felices? Incluso si la diferencia con lo que habían soñado pudiera oscurecer un tiempo la recepción de esta noticia, sin duda permitirán pronto que sea su corazón quien hable. ¡Sin olvidar que tus padres podrían estar también decepcionados porque no hayas tenido confianza en su amor incondicional hacia ti!
Lo que vives, por ti solo o sola y en pareja, ¿es conforme a tus valores cristianos? Antes siquiera de compartir tu elección, sin duda sería razonable pensar, con la ayuda de una tercera persona circunstancialmente, en las razones que te han empujado a hacerlo.
¿Qué me atrae de ese hombre? ¿Nos respetamos mutuamente? ¿Me siento libre y amada por como soy? ¿Contemplamos un futuro duradero, un compromiso, hijos, o estamos en una fase de descubrimiento?
Para un cristiano, la vida de pareja se inscribe en la libertad de elección, la indisolubilidad, la fidelidad y el deseo de tener hijos. ¿Cómo te sitúas en relación a estas exigencias? Necesitarías obtener respuesta a estas preguntas para poder afirmar serenamente tu elección. ¡No tengas miedo!
Marie-Noël Florant