No nos salva nuestra seguridad al obedecer los mandamientos, sino la humildad de tener siempre la necesidad de ser curados por Dios: es lo que, en resumen, afirmó el papa Francisco en la Misa presidida el 24 de marzo de 2014 en Santa Marta.
“Ningún profeta es bien recibido en su tierra”: la homilía del Papa parte de estas palabras de Jesús dirigidas a sus compatriotas, los habitantes de Nazaret, entre los que no puede realizar milagros porque “no tenían fe”.
“Los leprosos y las viudas, explica el papa Francisco, en aquel tiempo estaban marginados”. Sin embargo, estos dos marginados, acogiendo a los profetas, se salvaron".
Seguros de sí mismos...
El Señor pide humildad
La misma rabia, comenta el Papa, siente inicialmente también Naamán. Porque considera ridículo y humillante la invitación de Eliseo a lavarse siete veces en el río Jordán para ser curado de la lepra.
“El Señor le pide un gesto de humildad, de obedecer como un niño, hacer el ridículo”.
Se va indignado, pero después, convencido por sus siervos, vuelve y hace lo que le ha pedido el profeta. Este acto de humildad lo cura.
Y este es el mensaje de hoy, afirma el Papa: "si queremos ser salvados, debemos elegir el camino de la humildad”.
"Y esto es lo que mira el Señor. Debemos aprender esta sabiduría de marginarnos, para que el Señor nos encuentre".
“Este, afirma el Papa, es el camino de la humildad”.