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Dios me busca

Carlos Padilla Esteban - publicado el 21/09/14
Dios me necesita a mí, me va a buscar a mí y me paga por ello lo que Él quiere. Una bella reflexión del padre Carlos Padilla

El amor nunca es estático. El amor es peregrino. Sale de sí mismo y emprende el éxodo buscando al necesitado.

De nada sirve hablar muy bien y decir cosas bonitas si no nos ponemos en camino al encuentro del hombre.
 
El papa Francisco lo decía, las palabras no bastan, es necesario entregar el corazón:

El amor sale a buscar

Nuestro amor al hombre se convierte en el amor que levanta, aguanta, carga y sostiene.

El amor de María es así. Un amor herido que busca el corazón herido de los hombres. Ella viene a nosotros para que nosotros le entreguemos la vida, el corazón, nuestra cruz, nuestra llaga.
 
Hoy nos habla Jesús del amor de Dios. Es un amor de éxodo, en movimiento. Un amor que sale a buscar al hombre porque lo necesita:

Dios me necesita

La llamada de Dios

En ocasiones la respuesta que damos es la de los últimos trabajadores: "Nadie nos ha contratado".

Y nos quedaremos tranquilos al pensar que es cierto, que nadie ha venido a buscarnos, que nadie se ha metido en nuestra vida.
 
Siempre pienso que Dios llama de muchas maneras. Lo que pasa es que nosotros esperamos una manera muy especial y esa ocasión no llega.

Esperamos una llamada personal, inconfundible, no insinuaciones que no somos capaces de descifrar.
 
Dios sigue buscándonos. Busca que le demos lugar en nuestra vida. Cada uno en su camino, en la vocación a la que Dios le llama.

Una respuesta que cambia la vida

Jesús nos sigue llamando a vivir a Él consagrados. Lo sigue haciendo. Busca la radicalidad en la entrega. El sí definitivo. Decía Benedicto XVI:

Los que fueron a la viña tomaron una decisión trascendente que cambió sus vidas para siempre.

Dejaron de "estar" en la plaza, para "estar" en la viña. Dejaron de "estar" sin trabajo para "estar" trabajando para el Señor.
 
Las decisiones para siempre incomodan. Un sí a Dios para "estar" a su lado, en su cruz, como María, para siempre. Son palabras mayores.

Deseo de eternidad

El otro día bendije un matrimonio. Al hacerlo pensaba en la trascendencia del momento.

 El corazón humano desea un para siempre. El amor no se conforma con lo caduco, con lo temporal.

Al amor sólo le vale un "estar" comprometido, sin excusas. Un "estar" que no se conforme con darse a medias. Un sí para siempre suena con fuerza en el alma, conmueve.

Es el grito de nuestras entrañas. Queremos amar siempre, sin descanso. Da igual la hora del día en la que Dios venga a nuestro encuentro.

Lo maravilloso será si somos capaces de seguir sus pasos, de decirle que sí para siempre. En ese momento único del encuentro se decide la hondura de nuestra vida.
 
La importancia del denario es la importancia del amor que se recibe:

Una justicia distinta

Un denario a cada uno. Lo apalabrado, lo que era justo. Nadie protestó por la mañana al ser contratado por un denario. Nadie protestó al mediodía al ofrecerle lo debido. Todos recibieron un denario. La justicia de Dios.
 
Comenta Monseñor Van Thuan:

Dios es misericordia

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