La desdicha y la destrucción no son definitivas.
La hierba que se quema en el incendio de la estepa
crece de nuevo cuando llega el verano.
-Proverbio Mongol-
– Desánimo, fue la respuesta.
-¿Por qué su precio es tan alto?, le preguntaron.
– Porque ese instrumento –respondió el Diablo- me es más útil que cualquier otro; puedo entrar en la conciencia de un ser humano cuando todos los demás me fallan y, una vez adentro, por medio del desanimo, puedo hacer de esa persona lo que se me antoja. Esta muy gastado porque lo uso casi con todo el mundo, y como muy pocas personas saben que me pertenece, puedo abusar de él.
Cuando el médico informa del diagnóstico que no se esperaba, cuando nos quedamos sin trabajo, cuando el banco anuncia que va a proceder al desahucio, cuando nos enteramos de la infidelidad del ser que amamos, cuando no somos capaces de superar esa limitación moral o pecado, cuando, en fin, todo pinta negro, aparece el peor de los enemigos: el desaliento.
El desaliento es un serio impacto en nuestras vidas que nos anula, porque nos hace perder la confianza en Dios, causa de nuestra alegría y de nuestra razón de vivir como cristianos.
Normalmente el desaliento es un indicio de excesiva confianza en nosotros mismos y escasa confianza en Dios. Hay que recordar a Lucas (12,7): " Más aún, hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No temáis".
En los Hechos de los Apóstoles (28,15) dice: “Después que Pablo vio a la gente que él quería, que amaba, dio gracias a Dios y cobró aliento para seguir adelante.”
Tenemos que ser siempre animosos porque Dios pone a nuestro lado gente que nos ama, que nos alienta a seguir. Tenemos que rodearnos de gente que nos inspira, que nos de fe. ¡Arriba el corazón porque este es el tiempo para conquistar! ¡Siempre animosos porque nacimos para ganar!
UNA SOLUCIÓN: Miremos siempre el lado bueno… incluso en una prueba, en un fracaso, en una enfermedad… Como decía Carmen Conde, la primera mujer que ingresó en la R. A. E. de la Lengua: Es verdad que a lo largo de la vida se pasan pruebas difíciles, pero la fe nunca faltó. Una vez, siendo niña, estuvo todo el día nublado y le pregunté a mi madre si ese día no saldría el sol. Ella me dijo: Hija, todos los días sale, aunque nosotros no lo veamos .
No nos entreguemos a melancolías ni a tristezas… Debemos regocijarnos en las bendiciones y las horas buenas que hayamos vivido
OTRA SOLUCIÓN: La Eucaristía quiere librarnos de todo desaliento y desánimo…para que podamos reanudar el camino con la fuerza que Dios nos da mediante Jesucristo. (Benedicto XVI, 23 mayo 2008)
¿Desanimado, tú, creyente? ¿Por qué? ¿No sabes que el Amor no te fallará nunca?