Síntesis de cualquier verdadera espiritualidad cristianaEstamos a menudo divididos entre activismo y quietud. Sobre todo los más extrovertidos caminan hacia el hacer, el actuar, a veces incluso se afanan en los muchos compromisos que llevan a cabo y que a veces atrapan nuestros días. En el Evangelio existe una huella de este problema, personificada en la escena ejemplar de Marta y María con Jesús, en la casa de Betania.
¿Cuál puede ser la solución a este dualismo, que se vuelve a menudo una laceración, una tensión irresuelta entre el ser y el hacer?
El modelo propuesto por el Señor es el de un movimiento rítmico: una bajada a la profundidad, a través de la oración, una pausa frente al rostro del Cristo, entrar en contacto con nuestra verdadera identidad; y luego salir, ir hacia los demás, realizar la visión que hemos contemplado, poner en práctica la Palabra escuchada en la intimidad.
Es una dinámica bien representada en el famoso episodio de la llamada de Abraham. En general este pasaje se traduce en el sentido de salir de la propia tierra, para ir hacia un lugar indicado por el Señor. En la lengua original la expresión es distinta: lech lechà, que quiere decir: ve hacia ti mismo.
El movimiento de dejar la propia tierra, el propio Yo, para ir hacia Dios, es en realidad un caminar hacia sí mismos, hacia la verdadera identidad. El Señor nos invita a un movimiento rítmico: entrar en oración, en intimidad con Él, para encontrar nuestro verdadero Yo; sólo entonces podremos, beneficiosamente, salir, dirigirnos a los demás, llevarles a ellos la verdad y el amor que hemos encontrado en la profundidad.
Lech lechà, ve hacia ti mismo, es la síntesis de cualquier verdadera espiritualidad cristiana.