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Fue un adicto al opio que no pudo recibir los sacramentos. Pero es mártir y santo

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Meg Hunter-Kilmer - publicado el 09/07/17
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San Marcos Ji Tianxiang no podía permanecer sobrio, pero sí podía seguir yendo a la iglesiaSan Marcos Ji Tianxiang fue un adicto al opio. Y nunca dejó de serlo. Seguía siendo adicto al opio en el momento de su muerte.

Durante años, Tianxiang fue un cristiano respetable, criado en una familia cristiana de la China del siglo XIX. Era el líder de una comunidad cristiana, un médico pudiente que ayudaba gratis a los pobres. Sin embargo, se enfermó de un agresivo mal de estómago y se lo trataba consumiendo opio. Era algo perfectamente razonable, aunque Tianxiang no tardó en desarrollar una adicción a la droga, una adicción considerada vergonzosa y gravemente escandalosa.

A medida que su situación se deterioraba, Tianxiang continuó luchando contra su adicción. Iba frecuentemente a confesarse, se negaba a aceptar esta aflicción que se había apoderado de él. Por desgracia, el sacerdote con quien se confesaba (junto con prácticamente todo el mundo en el siglo XIX) no entendía la adicción como una enfermedad. Visto que Tianxiang seguía confesándose del mismo pecado, el sacerdote pensó que era evidente que no tenía un propósito firme de enmienda, ningún deseo de mejorar.

Sin la determinación para arrepentirse y no pecar más, la confesión es inválida. Después de unos cuantos años, el confesor de Tianxiang le dijo que dejara de regresar hasta que hubiera cumplido los requisitos de la confesión. Para algunos, esto podría haberse entendido como una invitación a abandonar la Iglesia, con furia o vergüenza, pero desde su deterioro, Tianxiang se sabía amado por el Padre y por la Iglesia. Sabía que el Señor quería su corazón, aunque no lograra mejorar su vida. No podía permanecer sobrio, pero sí podía seguir yendo a la iglesia.

Y así hizo, durante 30 años. Durante 30 años le fue imposible recibir los sacramentos. Y durante 30 años rezó por morir mártir. Tianxiang tenía la impresión de que la única forma en que podía ser salvado era a través de la corona del martirio.

En 1900, cuando el levantamiento de los bóxers empezó a volverse contra extranjeros y cristianos, a Tianxiang le llegó su oportunidad. Fue encarcelado junto a decenas de otros cristianos, entre ellos su hijo, seis nietos y dos nueras. A muchos de los presos con él probablemente les desagradaba su presencia: un hombre que no podía pasar ni un solo día sin un chute. Seguramente él sería el primero en negar al Señor.

Sin embargo, aunque Tianxiang nunca fue capaz de vencer su adicción, sí fue, al final, inundado con la gracia de la perseverancia última. Ninguna amenaza podía hacerle flaquear, no titubeaba bajo ninguna tortura. Estaba decidido a seguir al Señor, que nunca le había abandonado.

Cuando Tianxiang y su familia fueron llevados a prisión a la espera de su ejecución, su nieto le preguntó con temor: “Abuelo, ¿adónde vamos?”. A lo que respondió: “Vamos a casa”.

Tianxiang suplicó a sus captores que lo mataran el último para que ninguno de su familia tuviera que morir solo. Permaneció junto a los nueve mientras los decapitaban. Al final, se encaminó hacia su muerte cantando la letanía de la Virgen María. Y aunque no recibió los sacramentos durante décadas, fue canonizado santo.

San Marcos Ji Tianxiang da un bello testimonio de la gracia de Dios que obra constantemente de las formas más discretas, un relato de la capacidad de Dios para hacer grandes santos de entre los más improbables de nosotros, una declaración de la gracia vertida sobre aquellos que permanecen fieles cuando parece que incluso la Iglesia misma los aleja.

El 9 de julio, festividad de san Marcos Ji Tianxiang, pidamos su intercesión por todos los adictos y por todos incapaces de recibir los sacramentos, para que tengan el valor de ser fieles a la Iglesia y siempre crezcan en su amor y confianza en el Señor. San Marcos Ji Tianxiang, ¡reza por nosotros!

 

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