Cómo apoyar a tu hijo durante periodos de llanto de “alivio de estrés”.Hace poco, mi hijo de 2 años empezó con el hábito de romper a llorar sin motivo aparente. Suele pasar por las tardes, cuando se despierta de su siesta, poco después de que los otros cuatro niños lleguen a casa del colegio. Siempre parece estar de buen humor, jugando o picoteando algo o simplemente deambulando por la casa, justo antes de ponerse a llorar. Y luego, sin previo aviso, bum.
Tristeza.
Al principio, lo atribuí a la recuperación de una gripe, pero cada vez quedó más claro que se sentía físicamente bien.
Una vez que conseguía calmarle, se iba a corretear y jugar y perseguir al perro y comer con normalidad.
No parecía que hubiera nada que estimulara esas lágrimas inexplicables, excepto el momento del día, así que mi paciencia empezaba a agotarse cada vez más. Ayer me rendí tras intentar calmarle y simplemente me alejé, absolutamente frustrada.
Esta mañana, hice clic en un hipervínculo de Evolutionary Parenting, donde se hablaba de apoyar al hijo durante su “llanto de alivio de estrés” y de repente lo entendí todo.
El momento del día no era casual, sino que es el momento más caótico del día, con todo el mundo corriendo de un lado para otro haciendo tareas y preparando la comida y discutiendo y haciendo mucho ruido
También es el momento del día en que yo estoy menos disponible para el bebé, por estar ocupada con tareas escolares y la cena y la colada y miles de detallitos más.
Así las cosas, Isaac, que de lejos es el más tranquilo de mis hijos, el que más valora la calma y al que más le gustan los arrumacos después de la siesta, se sentía tan abrumado como ignorado.
No es que llorara sin motivo alguno, sino que estaba respondiendo al estrés y, precisamente, mi frustración por la aparente “falta de causa” estaba empeorando ese estrés.
Tan pronto como algunos padres descubren el llanto de alivio de estrés, lo entienden como un permiso para dejar tranquilo al hijo durante este periodo que debería ser una etapa de relajación acompañada.
La idea de que el bebé “solamente está liberando estrés” parece indicar a algunos padres que está bien soltar al bebé y alejarse. Esto ignora completamente la función de llorar en brazos y el efecto que tiene a la hora de mitigar el estrés.
Si no ofreces confort a tu hijo o hija, no estás mitigando el estrés, de modo que el llanto está potenciando el estrés que experimenta el bebé. (…)
Hay muchos indicios de que apoyar los hijos cuando lloran es esencial para su bienestar durante estos momentos de estrés.
Por eso, el llanto en brazos es una manera efectiva de responder a un bebé con malestar y ofrecerle lo que necesita durante este periodo de llanto, incluso si no para de llorar.
A veces esos momentos de eureka en la paternidad son ridículamente obvios y el único motivo por el que tardo tanto en darme cuenta es que no estoy pensando en mi hijo como un ser humano de verdad.
No intento ser empática y suponer qué está sucediendo desde el punto de vista del bebé, sino que respondo al efecto que su comportamiento tiene sobre mí.
Si hubiera empleado un poco de imaginación para ver esas tardes a través de los ojos de Isaac, habría supuesto rápidamente que ese caos era demasiado para él.
Quiero decir, hablamos del tipo de niño que en un futuro entrará en las habitaciones donde haya gente hablando y riendo ruidosamente para decir “¡chsss, bajad el volumen!”.
Y, para ser totalmente sincera, yo también me siento abrumada a veces por ese caos de la tarde. Es cierto que no respondo rompiendo a llorar (aunque a veces quisiera hacerlo), pero me pongo gruñona y salto de malas formas y hago cosas como dejar solo llorando a mi hijo de 2 años.
Por suerte, ser adulto trae pareja la capacidad de reconocer mis defectos y arreglarlos. Ahora que sé que Isaac se estresa con el ruido y el caos, puedo esforzarme para reducirlos y crear un entorno más tranquilo durante las tardes.
Bueno, o al menos puedo coger en brazos al niño y retirarme al dormitorio a mecerlo mientras llora. Quizás incluso me sume a él un poco, porque la vida es estresante y las lágrimas tienen menos calorías que el chocolate.