Las termas gozan del prestigio de poseer cualidades terapéuticas y el gobierno egipcio quiere que sean un destino turísticoEl capítulo 15 del libro del Éxodo relata que Moisés, después de haber pasado el Mar Rojo con el pueblo de Israel, prosiguió su andadura hacia la tierra Prometida. Salieron al desierto de Shur
“…y anduvieron tres días por el desierto sin hallar agua.
15:23 Y llegaron a Mara, y no pudieron beber las aguas de Mara, porque eran amargas; por eso le pusieron el nombre de Mara.
15:24 Entonces el pueblo murmuró contra Moisés, y dijo: ¿Qué hemos de beber?
15:25 Y Moisés clamó a Yahvé, y Yahvé le mostró un árbol; y lo echó en las aguas, y las aguas se endulzaron. Allí les dio estatutos y ordenanzas, y allí los probó;
15:26 y dijo: Si oyeres atentamente la voz de Yahvé tu Dios, e hicieres lo recto delante de sus ojos, y dieres oído a sus mandamientos, y guardares todos sus estatutos, ninguna enfermedad de las que envié a los egipcios te enviaré a ti; porque yo soy Yahvé tu sanador.
15:27 Y llegaron a Elim, donde había doce fuentes de aguas, y setenta palmeras; y acamparon allí junto a las aguas.”
Aguas amargas convertidas en dulces
Una vez más, el territorio quedó señalado por la acción de Dios en beneficio de los hombres. Quince siglos más tarde, el gobierno egipcio está interesado en que aquellas tierras sean un destino turístico.
La zona del manantial de aguas amargas convertidas en agua dulce siempre ha sido un punto de interés desde época bizantina, cuando se construyó el recinto actual.
Se considera que las piscinas de que está provisto disponen de agua con propiedades terapéuticas, lo que hizo que muchos viajeros (sobre todo los diplomáticos británicos del siglo XIX) consideraran aquel lugar como un balneario de Bath en otro continente.
El lugar del manantial de aguas amargas, al sur de la península del Sinaí, también se ve señalado por quienes consideran que está en el trayecto que hizo la Sagrada Familia en su Huida a Egipto.
Por estos motivos, el ministerio de Antigüedades y Turismo de Egipto ha desarrollado un plan de recuperación de la zona. Las termas de Moisés, que tenían entre 6 y 8 metros de profundidad, habían acabado abandonadas y cubiertas de arena.
Ahora la zona vuelve a tener vida, aunque falta una segunda fase de obras, dotada con 450.000 dólares, en la que se mejorarán las carreteras de acceso y el entorno del manantial para que forme parte de las rutas turísticas, que ahora quedan a unos 200 kilómetros.