No existen manuales para estas valiosas lecciones
Hay cosas para las que no existen manuales. El amor es una de ellas. Los niños aprenden a amar cuando reciben amor durante la infancia, cuando sus padres cuidan bien de ellos en el día a día de la vida.
El poder del ejemplo
Ser u un buen ejemplo es siempre el mejor método de enseñanza. Aprendemos a caminar, hablar y amar con base en lo que vemos modelado por los más próximos a nosotros. Entonces, si quieres realmente que tu hijo crezca amando de manera sana, tienes que darle ese ejemplo en casa.
Principios
Los principios sanos nos permiten reconocer el bien y el mal. Una persona con buenos principios nunca tomará decisiones que perjudiquen a los demás – por lo menos no de forma intencionada o consciente. Esa es la base del respeto y del amor sano.
Enseña el respeto
Comprender las emociones
Enseña a tus hijos a reconocer y expresar sus propias emociones, pues eso los ayudará a crecer en su inteligencia emocional. Reconocer sus propias emociones, positivas y negativas, desde la infancia es fundamental para entrenarlas para discernir entre un amor sano y un amor poco sano. En tu relación de pareja, las emociones desempeñan un papel importante todos los días: saber cómo reconocerlas, canalizarlas y vivirlas es esencial para una buena relación y para enseñar el amor de pareja.
Amor incondicional
Dales amor incondicional, porque sólo el amor incondicional alimenta una autoestima sana. Asegúrate de que tus hijos saben que les quieres, también cuando cometen errores, aunque no cumplan con tus expectativas, e incluso cuando se comportan mal. Nunca te canses de decirles que les quieres, especialmente después de reñirles, porque será cuando más necesiten oír esas palabras.
No olvides que es posible castigar con amor. Acepta su individualidad – cada niño es único. Dales su tiempo, escúchales, dales una perspectiva positiva sobre la vida para motivarlos a las buenas acciones, y no les controles por miedo a lo que vayan a hacer.
Empatía y apertura a los demás
Incentívales y edúcales en la empatía y en la apertura a los demás. El egoísmo de la infancia es normal en los primeros años de vida a causa de la falta de socialización y de un conocimiento limitado del mundo de los demás. Pero, a medida que crecen, anímales a cooperar con otros, a jugar con otros; elogia sus gestos de generosidad para que crezcan en inteligencia emocional y enséñales a ser sensibles con los demás como una forma de predisponerles al amor verdadero.
El verdadero amor es la mejor prevención
La mejor manera de evitar la dependencia afectiva poco sana es enseñar el amor verdadero, un amor que les lleva a concentrarse en los aspectos positivos de la otra persona y a cultivar la relación todos los días para que pueda mejorar.
Enséñales a cultivar intereses compartidos, a ser tolerantes, a vivir en el presente y a ofrecer lo mejor de sí mismos. Enséñales un amor que lleva a una comunicación positiva, aunque el tema de la conversación sea sobre los problemas del día, un amor que se muestra respetando al cónyuge, preguntando su opinión en las cosas grandes y pequeñas y un amor que sabe cómo ofrecer una sonrisa cuando las circunstancias no son particularmente agradables. Esa es la mejor defensa preventiva contra el amor tóxico.
Evitar la dependencia insana
Los seres humanos necesitamos a otros seres humanos y deseamos su aprobación y cariño. En una relación es normal e incluso deseable tener cierta dependencia de la otra persona, pues eso ayudará a mantener la relación a lo largo del tiempo. El miedo y la sensación de culpa también son necesarios en su justa medida, pues nos impiden hacer cosas que serían malas para los demás.
El problema es cuando esa dependencia y esos sentimientos son tan desproporcionados que causan una angustia tan profunda y desoladora en la persona que le impiden desarrollarse y lograr la libertad. Cuando esos sentimientos están fuera de control, pueden someter a una persona al control de otra.
Lo importante es aprender a vivir en paz con uno mismo, sin depender demasiado de lo que los demás piensan, de ver la realidad tal como es, incluso aunque no nos guste, y de tomar las riendas de nuestra vida.
Nosotros somos lo mejor que podría pasarnos – sin duda – y es importante que seamos los mejores amigos de nosotros mismos, que nos amemos y nos comprendamos en profundidad, y de ese núcleo podremos amar y comprender a los demás: “Amar al prójimo como a uno mismo”.