Un movimiento evangélico, “Born Again”, ayuda a un número significativo de mareros a salir de la violencia Rhina Guidos, del Servicio de Noticias Católicas (CNS, con sede en Washington), escribe que mientras investigaba un proyecto de video sobre pandillas en El Salvador en 2015, el periodista independiente Danny Gold se detuvo para hablar con un guardia que le contó cómo un grupo de prisiones con poco que esperar había encontrado un camino positivo en la vida.
El camino positivo era algo que no está en el guión de la “reinserción social”, mucho menos de las maras salvadoreñas como la “Mara Salavatrucha” (a la cual pertenecían los pandilleros contactados por Gold): la religión.
Nacidos de nuevo
Cansados del peligro de una vida dentro de una pandilla, incluso dentro de la prisión, algunos miembros de las maras –no todos, obviamente, pero sí un número significativo—han encontrado una forma de salir de la vida de crimen y violencia extrema que habían elegido o a la que habían sido orillados a seguir; una forma que, extrañamente para ellos, no incluía la muerte.
Esa novedad implicaba abrazar el cristianismo, particularmente el movimiento evangélico “Born Again” “Nacidos de nuevo”). Gold se dispuso a documentarlo en el video llamado “La única salida es a través de Jesús”. Compartió la realización del video con una audiencia en la Universidad de Georgetown en Washington el pasado el 24 de octubre.
Se trata de un video de doce minutos para el consorcio inglés The Guardian que incluye un examen de cómo las iglesias evangélicas han ayudado a los pandilleros en El Salvador a escapar de una vida delictiva al convertirse en cristianos “Nacidos de nuevo”, lo que les brinda estructura, perdón, aceptación y un sistema de apoyo. y, para algunos, la redención por sus vidas pasadas de crimen y violencia.
¿De dónde viene tanta violencia?
“Uno se hace muchas preguntas”, dijo Gold a la audiencia en Georgetown, “principalmente si es posible que las personas cambien sus vidas”. Y más aún personas como los ex maras, cuyo “ritual de iniciación” incluye golpizas, asesinatos, estupros y actos de una crueldad inhumana (para poder entrar a ser parte de la pandilla).
Gold explicó cómo Estados Unidos había estado involucrado a lo largo de los años en El Salvador, creando –inadvertidamente, si se quiere– las condiciones que fomentaban el crecimiento de pandillas en el país centroamericano, poco después de la guerra civil de 1980-1992 que fue parcialmente financiada por el gobierno de los Estados Unidos.
“Aunque las pandillas en El Salvador existían en un nivel bajo, se expandieron con la inmigración hacia el norte, cuando pequeños delincuentes se encontraron en cárceles y prisiones en Estados Unidos y luego dieron ‘lecciones peligrosas’ para El Salvador cuando fueron deportados”, dijo Gold al auditorio de Georgetown.
Situación de caos
Esto dio lugar a la situación caótica y violenta para el actual Salvador, que durante décadas se ha recuperado de la violencia que las pandillas desataron entre los pobladores más pobres del país, lo que llevó a muchos de ellos a emigrar al norte para escapar de la violencia.
El Salvador se encuentra regularmente en la cima de una lista de los países más peligrosos que no están en guerra, a menudo intercambiando lugares con sus vecinos Guatemala y Honduras. Los tres son conocidos como el “Triángulo del Norte” y muchos inmigrantes de la región se dirigen al norte para escapar del conflicto.
Gold se centró en el trabajo de los pastores evangélicos, “pero la Iglesia Católica también se ha involucrado durante años en la búsqueda de una solución”, escribe Guidos. Las organizaciones como Catholic Relief Services se han centrado en los métodos de prevención y el empleo para romper los ciclos de violencia en el país. La Iglesia Católica en el país también ofrece programas de prevención y regularmente llama al gobierno salvadoreño a hacer algo para ayudar. También tiene programas de ministerio carcelario.
Hasta en prisión les va mejor
Gold dijo que en la prisión, “muchos de estos tipos reciben un mejor tratamiento si se convierten” al cristianismo, pero cualquier señal de que están regresando a una vida de crimen puede tener las consecuencias de tener ese tratamiento y un futuro posible retirado.
Para muchos de ellos, quienes crecieron con pocas oportunidades económicas, provenían de hogares con padres ausentes o en barrios pobres, “la iglesia (evangélica) proporciona una jerarquía” y, a veces, una comunidad y un sistema de apoyo ya hechos que no tenían antes. “En general, sientes que solo querían un abrazo”, dijo Gold al auditorio de Georgetown.
Pero la transición del miembro de la pandilla a miembro de una comunidad evangélica no es tan exagerada cuando se recuerda que la afiliación a la pandilla proporcionó “cierta apariencia de pertenencia” que los que se unieron a ella no pudieron tener de otra manera. “El movimiento ‘Born again” proporciona un sentido de pertenencia similar”, dijo Gold.
Una idea absurda
Gold también abordó la retórica política actual sobre las pandillas salvadoreñas en los Estados Unidos, que busca frenar la inmigración al insinuar que los pandilleros peligrosos se encuentran entre los que buscan refugio en el país.
“Lo que pasa con las pandillas en los Estados Unidos es que no son una amenaza para la mayoría de nosotros”, dijo. “Son una amenaza para las comunidades salvadoreñas en los Estados Unidos” Y la idea de que son una amenaza para el público en general “es absurda”, subrayó Gold.
Lo que también es difícil, dijo, es lograr que el público en general vea a quienes participaron en pandillas como personas que pueden ser redimidas. “Algunos de ellos tienen un verdadero odio hacia las pandillas”, dijo Gold. “Quieren acciones duras para las pandillas … Es importante entender que estas personas son seres humanos”.
Con información de Rhina Guidos / Catholic News Service