Exposición gratuita y abierta a peregrinos y fieles que visitan Plaza de San Pedro, organizada por los Museos Vaticanos y el Ministerio de Cultura de la Federación RusaLa obra el “Cristo en el desierto” del pintor Kramskói (1872) será expuesta en el Vaticano junto a otras obras invaluables del arte ruso. Sobre este lienzo Lev Tolstói dijo que era el mejor retrato de Cristo que nunca hubiera contemplado.
Los Museos Vaticanos, la Galería Nacional Tretyakov y el Ministerio de Cultura de la Federación Rusa han presentado hoy en Roma la exposición Peregrinación de Arte Ruso. Desde Dionisio a Malevich. La exposición está ubicada en el sugestivo lugar del Brazo de Carlo Magno y permanecerá abierta al público de forma gratuita desde el 20 de noviembre de 2018 hasta el 16 de febrero de 2019.
Las dos grandes instituciones museísticas han diseñado el evento con un alto nivel artístico que esperan pueda repetir el éxito alcanzado en Moscú en 2016, cuando la Galería Tretyakov – la mayor colección de arte ruso en el mundo – presentó la exposición Roma Aeterna y contó con obras maestras de la pinacoteca vaticana. En esa ocasión, hicieron parte de la exposición Bellini, Raffaello, Caravaggio, entre otros maestros.
La exposición, curada por Arkadi Ippolitov, Tatyana Udenkova y Tatyana Samoilova, tiene un objetivo ambicioso: presentar el mensaje cultural y espiritual del arte ruso en el corazón del mundo cristiano occidental.
En este sentido, la elección de ubicar la exposición en el Brazo de Carlo Magno es importante por ser un ambiente majestuoso que conecta a la Columnata de Bernini con la Basílica de San Pietro, el santuario emblema de la espiritualidad, el arte y la historia europea.
Las obras maestras se insertan en un camino de exhibición simple y elegante diseñado de forma que sigue la majestuosa arquitectura de Bernini que refleja su solemnidad, en el que los iconos antiguos y las pinturas realistas del siglo XIX interactúan entre sí sobre la base de analogías.
La exposición, de hecho, no sigue un principio cronológico definido, sino que atraviesa el arte figurativo ruso desde el siglo XV hasta el XIX. Sólo aparentemente tan distantes y diferentes, las obras cuentan cómo la historia del arte ruso, en todas sus épocas, siempre ha estado marcada por los mismos códigos culturales y espirituales.
Por lo tanto, “La aparición de Cristo a la gente” por Alexander Ivanov se encuentra junto a los iconos “Bautismo” y “Transfiguración” que entran en una relación con la “Trinidad” de Paisius, que está colgada apenas en frente.
El “dolor inconsolable” de Ivan Kramsky se opone al ícono “No llores, madre” y su “Cristo en el desierto” está al lado de “Cristo en el secreto”, una escultura de madera del siglo XVIII de Perm. “La vida está en todas partes” de Nikolay Yaroshenko, es adyacente a la “Madonna de Kykkos” de Simon Ushakov, haciéndose eco del formato y el color del ícono y, en cierto sentido, de su composición rítmica.