La psicóloga uruguaya Alejandra Fernández explica qué lleva a las mujeres a la sentirse hiperagotadasCada vez más escuchamos a mujeres que dicen estar “en crisis”, hiper-agotadas, que se sienten solas con un gran stress laboral y cargando solas con el hogar y los hijos, aunque estén casadas y su esposo quiera “colaborar” en todo.
Hay un machismo cultural que arrastra a la mujer a hacer todo en la casa, aunque trabaje a la par que su marido fuera del hogar. Ellas suelen cargarse con todo y ellos tienden a dedicarse “solo a lo suyo”. Si ellas son las que, además de trabajar fuera del hogar, cocinan, limpian, educan a los hijos, y el hombre solo trabaja ocho horas y luego llega a “descansar” al hogar, ellas nunca se detienen y se sienten solas y cansadas de todo.
A su vez, muchas mujeres no dejan que ellos hagan las cosas, porque ellas creen que lo hacen mejor o que “es su tarea” y asumen roles que después se naturalizan y el hombre suele decirle: “¿te ayudo?” como si fuera tarea exclusiva de ella y no algo de los dos.
¿Es un fenómeno nuevo o siempre fue así y en nuestros tiempos se agudizó por el ritmo de vida que llevamos? ¿Tiene esto que ver con razones culturales de un machismo solapado que deja a las mujeres solas con tareas “asignadas” a ellas? ¿Qué pueden hacer para hacer frente a la sobrecarga que viven?
Para comprender mejor este fenómeno entrevistamos a la psicóloga uruguaya Alejandra Fernández, columnista en varios medios de comunicación sobre temas de psicología vinculados a la familia y la educación.
-¿Existe una crisis de agotamiento propia de las mujeres?
Creo que sí, pero depende de la personalidad previa de cada mujer. Normalmente sucede en etapas distintas de la vida, en etapas vitales importantes, como la crisis de los 30 o de los 40.
Si bien hay crisis en cada etapa de la vida y esto es algo saludable y normal, en el caso de mujeres con una gran exigencia laboral cada vez más aparece una suerte de agotamiento que va de la mano de una crisis existencial, donde comienzan a cuestionarse muchas cosas de su vida.
Esto no se puede generalizar a todas las mujeres, porque hay muchos factores que condicionan el mayor o menor sufrimiento de esta crisis. Aquellas que tengan una personalidad insegura y con baja autoestima, puede vivirlo en forma devastadora.
En cambio, aquellas que tengan una sana autoestima y una gran libertad interior pueden sobrellevarlo de una manera más saludable y equilibrada.
-¿Es esto algo novedoso o sucedió siempre?
Culturalmente en las sociedades occidentales la mujer ha tenido un gran desarrollo en lo laboral y profesional, dilatando más el tiempo de la maternidad y los plazos para lograr la estabilidad de la pareja, llevando a una tardía formación de la familia.
La mujer dejó de ser una simple cuidadora y proveedora de afecto en el hogar, para ser mucho más completa y en roles más complejos. No es que dejó la maternidad de lado, pero la formación permanente y la exigencia laboral le crearon nuevas demandas de su tiempo y energías.
Tal vez lo que las ha desbordado a muchas son cuestiones más psicológicas propias de la mujer, como el ser controladora y acaparadora de sus roles. Muchas veces el desborde aparece por la soledad de seguir cargando con todos los roles tradicionalmente atribuidos a la mujer, donde el hombre aparece como un “ayudante” o “colaborador”, porque todavía no muchos asumen por igual las tareas del hogar o el cuidado de los hijos cuando ambos trabajan.
Si el varón no asume proactivamente al igual que ella el cuidado de los hijos y del hogar, tarde o temprano ellas se sienten solas, desbordadas e hiper-agotadas. Aunque en ello también colaboran ellas, no solo por algún resabio de mentalidad machista en las mujeres, sino también por su tendencia psicológica a acaparar, controlar y cuidarlo todo siempre.
A ellas también les cuesta confiar a otro el cuidado y el hombre no tiene mucha participación en el cuidado. Es cierto que el varón inmaduro puede complicarle más las cosas, pero la mujer suele caer sola en esta tendencia de sobrecarga.
La mujer psicológicamente necesita saber que las cosas están bien hechas. Si un hijo se enferma, aunque ambos padres se vayan a trabajar, durante el día suele ser la mujer la que está pendiente cada hora de su hijo, en cambio el varón suele descansarse en que el niño está cuidado y que si algo sucede le avisarán.
No es que el hombre sea insensible, sino que psicológicamente funciona de otra manera. Y la mujer aumenta su estrés por estar naturalmente en varias cosas a la vez, donde no suele pedir ayuda porque necesita tener todo bajo control y asegurarse que todo “salga bien”.
Insisto en que no podemos generalizar, pero suele suceder en muchos casos y empeora cuando se potencian una mujer acaparadora con un hombre inmaduro.
-¿Está vinculada al llamado “síndrome de Peter Pan” en los hombres?
En muchos casos sí, aunque no necesariamente. Es cierto que, si un varón está acostumbrado a que su madre le resuelva todo, lo buscará en su esposa y será un inmaduro crónico que espera de su esposa una “mujer maravilla” que todo lo puede.
Y muchas mujeres que están con hombres muy inmaduros, no solo no tienen apoyo en las tareas del hogar y del cuidado de los hijos, sino que además tampoco son sostenidas afectivamente por la inmadurez de su pareja.
Aunque hay casos de mujeres que son tan avasallantes, que necesitan controlarlo todo, que, aunque el hombre no sea inmaduro, tampoco le dejan hacer demasiado.
-¿Qué les dirías a las mujeres que sufren estas crisis de soledad y agotamiento?
Creo que cada vez más los hombres están saliendo de ese lugar de hijo mayor de sus esposas y están asumiendo todo en igualdad con ellas.
Pero como consejo lo primero que habría que recomendar a una mujer que sufra de esto es no postergarse, priorizarse a sí misma. Si ella no está bien, si no se cuida, los que ama tampoco estarán bien. Pero no en forma egoísta ni individualista como dicen algunos: “Primero yo”, sino un autocuidado, que se cuiden la salud psicológica y física, que tenga sus propios tiempos y disfrute de su vida.
No es algo bueno que todos los que amo me vean de mal humor, agotada y estresada. Los que me aman serán más felices si me ven más feliz. El sentimiento de soledad puede aparecer por no dejar que otros entren en mi corazón, con pedir ayuda, con dejarme cuidar.
Por esto la comunicación es primordial. Muchas mujeres esperan que el hombre adivine: “Si no le nace a él ayudarme, no se lo voy a pedir”. Y ese es un camino equivocado. A los hombres les cuesta mucho más detectar nuestras necesidades como mujeres, no suelen adivinarlo, necesitan que se lo digamos literalmente y en forma concreta, no con ironías o indirectamente.
Es muy importante conocerse, conectarse consigo misma y decir lo que necesitamos, lo que nos haría mejor para estar más tranquilas. Muchos hombres son muy compañeros y que por amor a su esposa lo dan todo, pero si ellas no piden ayuda, ellos no siempre se enterarán de cuanto están sufriendo.
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