Las personas tenemos temperamentos diferentes y, así como los sexos opuestos se atraen porque se complementan en lo afectivo, físico, racional y social; también es muy probable que nos enamoremos de una persona con temperamento diferente al nuestro.
El temperamento es una mezcla de rasgos caracterológicos que no son ni buenos ni malos, pero que son importantes reconocer para establecer algunas pautas que nos ayuden como pareja a encontrar la paz en nuestras diferencias y hasta incluso sacar provecho de ellas.
Elegir una frase o palabra común
Un rasgo caracterológico es la emotividad: el modo en que la realidad externa nos afecta.
Una persona emotiva se altera, se enoja o se alegra fácilmente mostrando de manera muy transparente sus estados de ánimo, mientras que la persona que no es emotiva no lo hace.
No significa que la persona no emotiva no tenga emociones, sino que no las manifiesta de inmediato, va acumulando toda la energía que tienen los sentimientos y cuando “explota” lo hace desproporcionadamente a la situación.
Es conveniente que en un momento de serenidad la pareja acuerde alguna frase o palabra que pueda ser pronunciada en plena discusión para que evitar hablar de ese tema en ese momento y así, bajar la tensión que pueda surgir entre ambos.
El más tranquilo se lo recordará al que está alterado que por lo general será la persona emotiva, aunque podría también ser el no emotivo al encontrarse en un grado de explosión por no expresarse antes. Es posible que esa frase o palabra tenga que ser dicha varias veces hasta que sea escuchada por el otro.
Planear y concretar sueños juntos
Un segundo rasgo caracterológico es la manera en que implicamos en la realidad externa. Y en este sentido, podemos hacerlo activamente o no activamente.
La persona activa es una persona que concreta acciones, mientras que el no activo planifica o proyecta pero le cuesta mucho concretar esas acciones.
Una estrategia es que el activo pueda ayudarle al no activo a concretar sus sueños y proyectos materializando metas en la ejecución de pequeños actos. Y el no activo, pueda ayudarle al activo a tomarse un tiempo adicional para proyectar de manera que pueda evitar errores por falta de planificación.
Evitar respuestas inmediatas y saber pedir tiempos
El tercer tipo de rasgo caracterológico es el ritmo con el que se producen ambas influencias, de lo interno a lo externo y viceversa.
Una persona primaria no solo piensa y decide rápido, sino que también reacciona del mismo modo ante lo que le sucede. Por ejemplo podría ofenderse rápido, pero a los cinco minutos se habrá olvidado de lo ocurrido.
La persona secundaria por otro lado requiere de tiempo para analizar las posibilidades antes de movilizarse. Y lo que le afecta también tiene más eco o resonancia afectiva. Este tipo de persona necesita más tiempo para reflexionar sobre la decisión a tomar.
La persona primaria que piensa y decide rápido no debe pretender que el otro que es secundario le de respuestas inmediatas. Es clave que pueda darle ese espacio diciéndole por ejemplo “piénsatelo y luego me lo contestas”.
Y el secundario tendrá que aprender a pedir ese tiempo, porque si se lo obliga a decidir en el momento puede que se equivoque.