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Julius Schlegel, el héroe de Montecassino y de la cultura universal

JULIUS SCHLEGEL
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Inma Álvarez - publicado el 08/09/19
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Descubre al hombre que, a costa de su carrera, logró poner a salvo al mismo san Benito

14 de octubre de 1943. Dos oficiales alemanes llaman a la puerta de la abadía de Montecassino y piden entrevistarse con el abad. Tienen una desconcertante petición: que los monjes accedan a trasladar todos los tesoros artísticos y documentales, incluyendo las reliquias de san Benito, fuera de la abadía, para ponerlos a salvo.

Por supuesto, el abad al principio se niega, pues sabe que los alemanes han saqueado obras de arte por toda Europa; y se siente seguro con las garantías que le han dado, tanto el mariscal Kesselring como los Aliados, de que la abadía no será blanco militar en caso de ataque. 

Pero, como relata el interesante portal de historia militar El Gran Capitán, sus interlocutores, el teniente coronel de la Wehrmacht Julius Schlegel (católico) y el capitán médico Becker (protestante), que actúan por su cuenta, sin saberlo sus superiores, no están tan seguros. Los Aliados desembarcaron en Salerno hace apenas un mes, y avanzan hacia Roma. Los oficiales saben que Montecassino está en plena Línea Gustav, y que en la guerra nadie está seguro, como los hechos confirmarían, desgraciadamente, pocos meses después.

Y Schlegel es un hombre muy culto. En realidad, es historiador de arte, y en tiempos de paz regenta una librería en Viena. Devoto católico, conoce muy bien el valor histórico y religioso de los tesoros de Montecassino, y quiere evitar a toda costa que sean destruidos.

La suerte está de su parte: tras una incursión aérea aliada pocos días después, el abad se da cuenta por fin de que la abadía corre un grave peligro y acepta el plan; pero poniendo la condición de que esos tesoros serán conducidos directamente al Vaticano, y supervisados por los propios monjes.

JULIUS SCHLEGEL
Bundesarchiv-CC BY-SA 3.0 de

Schlegel apuesta fuerte, utilizando los camiones y los hombres de su división para llevar a cabo el traslado; pues sus superiores, al principio, creen que está robando obras de arte y amenazan con degradarle. Pero finalmente los propios monjes le ayudan a aclarar la verdadera intención de su plan, y el mismo mariscal Kesselring aprueba la operación.

Así se salvaron miles de obras fundamentales de la civilización europea: Más de 70.000 libros y 1.200 pergaminos de inmenso valor. Estamos hablando de las obras originales de Séneca, Ovidio, Cicerón, pinturas de Leonardo, Tiziano, Tintoretto… Quiso la casualidad que en la abadía se custodiaban, en aquellos meses, muchas obras del Museo de Capodimonte de Nápoles, para salvarlas de la destrucción de los bombardeos aliados.

El mismo san Benito fue sacado de su tumba y trasladado con gran cuidado. También evacuaron a los monjes y a la población que quiso irse a lugares más seguros. 

Apenas dos meses después, las peores sospechas de Schlegel se hicieron realidad. A pesar de las garantías dadas a la Santa Sede, los Aliados decidieron bombardear la abadía, reduciéndola a escombros, a pesar de que no había soldados enemigos tras sus muros. Fue una acción injustificable por la que Estados Unidos tuvo que pedir perdón en 1969.

Y no obstante, costó cuatro asaltos, meses y decenas de miles de bajas ocupar la plaza… que estaba vacía de alemanes cuando llegaron. En definitiva, uno de los episodios menos gloriosos de los Aliados en la Segunda Guerra Mundial.

De nuevo, fue la previsión de Schlegel, que puso a salvo los planos de construcción de la abadía, la que permitió reconstruirla en 1955 con fidelidad al edificio original, y así ha podido llegar hasta nuestros días.

Y Julius Schlegel, cuando los monjes, agradecidos en extremo, le preguntaron cómo podían pagarle por tanto bien, les pidió… que celebraran una misa por él. No quiso más reconocimiento que ese, aunque el abad se empeño en darle un pergamino en latín en el que certificaba lo que Schlegel había hecho por ellos. Ese pergamino, y el testimonio de los monjes, le salvaría, en Nüremberg, de ser condenado como criminal de guerra. 

JULIUS SCHLEGEL
PictureObelix-(CC BY-SA 3.0 AT)

La excelente gesta de este militar alemán es narrada con todo detalle AQUÍ:

También el sitio web de la Abadía de Montecassino recuerda su heroico gesto (en inglés):

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