Aquí algunas reflexiones de la lucha de Carlos por una nueva vida tras pasar por un proceso de desintoxicación. Un caso que llega al consultorio de Aleteia
Después de que me había esforzado por vivir y proyectar una imagen de madurez y ecuanimidad en mi empresa, de pronto hice un berrinche al regañar a un subordinado tirando mi maletín al suelo a la vista de todos. Hice el papelón de mi vida. Fui muy impertinente, y la verdad, no soy ni quiero ser así.
Así de compungido se expresaba un varón que apenas rebasaba los cuarenta años. Carlos era alcohólico. Un fin de de semana anterior al berrinche, lo había pasado bebiendo en soledad, ignorando los reclamos y la angustia de su familia. Al día siguiente con sus capacidades cognitivas debilitadas, y después de mucha cafeína, se presentó en el trabajar.
Contó que cuando era joven presumía de consumir alcohol sin que le afectara tanto como a los demás, por lo que fue subiendo la ingesta, ya fuera simplemente para relajarse como para alegrarse o estar con amigos.
En varias ocasiones intentó alejarse de la bebida, consideraba que lo podría lograr por sí mismo. Y lo lograba por un tiempo con la alegre seguridad que le daba la “certeza” de que el problema había desaparecido para siempre… Pero no pasaba mucho tiempo en que se permitía “un solo trago” y volvía a caer en un ciclo cada vez más angustioso.
Su voluntad se quedaba pequeña ante la frecuencia de ese “quiero, pero no puedo” que le provocaba más preguntas que respuestas sobre su forma de actuar. Se encontraba indefenso ante su debilidad.
“¿Cómo va a poder más una substancia que mi voluntad?”,se preguntaba.
Mas el problema no era solo el alcohol. Había en él una vulnerabilidad ignorada, donde ese querer y no poder en realidad era un querer sin querer, una actitud con la que iba por la vida.
Se encontraba cada vez más inmerso en el lado oscuro de su vida, la repetición de las conductas negativas afectaron a su capacidad física, psicológica y emocional. Lo cierto, es que, en esa oscura dimensión se pueden identificar trastornos cuyas causas pueden ser alteraciones químicas cerebrales, el estrés provocado por las circunstancias del entorno, los rasgos de la propia personalidad, la herencia genética al ser por ejemplo más proclive a ciertas adicciones o bien ciertos trastornos de conducta.
En su caso, se trataba de un mal uso de su libertad. Descubrirlo y admitirlo suponía para Carlos era la mitad de la solución del problema pues lo cierto es que provenía de una familia en la que había fuertes antecedentes de alcoholismo. Así pues, Carlos nació con una vulnerabilidad que ignoraba, y contra la cual apostó, y estaba perdiendo.
Fue cuando al tomar consciencia de que su existencia se encontraba marcada cuando descubrió que cualquier “trago”, por pequeño que fuera, cualquier descarrío por mínimo que pareciese, lo pondría de nuevo en una situación por la que podía llegar a perderlo todo. Su lucha tendría que ser firme, estar sobrio las siguientes veinticuatro horas, durante el resto de su vida.
Salir del pozo era asequible, como quien padeciendo una enfermedad crónica degenerativa, al enterarse lo asume siguiendo un estricto régimen de nutrición, ejercicio y medicamentos, logrando llevar una vida normal.
Aquí algunas reflexiones en su lucha por una nueva vida después de un proceso de desintoxicación:
- Ser consciente de que nuestra libertad no debía estar determinada por la predisposición genética o las circunstancias de nuestra vida.
- Recomenzar cada día con el voluntario reconocimiento de vulnerabilidad.
- Guardar siempre un sano temor ante el recuerdo de sus caídas.
- Valorar a diario lo que se ha logrado a base de esfuerzo poniendo en primer lugar el amor y la seguridad de su familia.
- Evitar la soberbia y huir de toda ocasión de riesgo.
- Por compensación tiene la posibilidad de lograr valiosas virtudes y ser mejor que otra persona sin esa vulnerabilidad.
No se descarta, que, ante las tentaciones y su vulnerabilidad misma, Carlos tenga recaídas donde deberá reaccionar sin permitir que el error crezca en consecuencias. De esa manera logrará salir gradualmente de su adicción. Lo logrará, si ante una caída ni se asombra ni se perturba, sino más bien recobra pronto la ecuanimidad para volver a empezar con determinación y humildad.
Su lucha apenas comienza.
El alcohol, las drogas, la pornografía, el peligro por la adrenalina, los juegos de azar o las infidelidades son conductas que se dan en el contexto del mal uso de la libertad, más siempre existe la posibilidad de un trasfondo por el que esta se encuentre limitada y por lo que se requiera ayuda especializada.
Por Orfa Astorga de Lira
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