En la céntrica iglesia de los jesuitas en Mendoza, población argentina situada al pie de Los Andes, se venera una reliquia de san Alberto Hurtado (1901-1952), que fue elevado a los altares durante el pontificado de Benedicto XVI. En el mismo arco lateral se encuentra un cartel que contiene la oración para tener un alma alegre.
Esta oración plasma la teología del santo abandono. Y el santo abandono indica que no hay nada en nuestra vida al azar:
Señor, son tantos los que sufren
en el mundo de hoy
y tan pocos los que saben
olvidar su dolor.
Yo quiero ser Luz
que refleje tu lámpara
y levadura buena
que te esponje las almas.
Te doy gracias, Señor
porque has resucitado
y mataste en mi alma
la angustia del pecado.
Si me pides la vida,
quiero darla contento.
Si no quieres que muera,
quiero vivir sonriendo.
Quiero reír,
quiero soñar,
quiero darles a todos
la alegría de amar.