La súplica a la Reina del Rosario de Pompeya es una tradicional oración que expresa una profunda confianza filial en la Madre de Dios. Aquí una parte:
¡Oh Augusta Reina de las Victorias,
oh Soberana del Cielo y de la Tierra,
ante cuyo nombre se alegran los cielos y tiemblan los abismos!
¡Oh Reina gloriosa del Rosario!
Nosotros, tus hijos devotos,
derramamos los afectos de nuestro corazón,
y con confianza de hijos te manifestamos nuestras miserias.
Del trono de clemencia donde te sientas como Reina,
vuelve, oh María, tu mirada piadosa
sobre nosotros, sobre nuestras familias, sobre el mundo entero.
Ten compasión de nuestras penas y trabajos que amargan nuestra vida.
Mira, oh María, cuántos peligros en el alma y en el cuerpo,
cuántas calamidades y aflicciones nos oprimen.
Oh Madre, implora para nosotros de tu divino Hijo, la misericordia
y vence con la clemencia el corazón de los pecadores.
Son nuestros hermanos e hijos tuyos
que cuestan la sangre al dulce Jesús y entristecen tu sensibilísimo corazón.
Muéstrate a todos como eres,
Reina de paz y de perdón.
Desde el Santuario de Pompeya
La Virgen del Rosario se venera en el santuario italiano de Pompeya desde que su icono llegó allí en 1876 a petición del abogado converso Bartolo Longo.
Por la cantidad de peregrinos que recibe Pompeya, este santuario fue calificado por el papa León XIII como "La parroquia del mundo".