separateurCreated with Sketch.

“De la vida te llevas lo que diste y dejas lo que hiciste”

whatsappfacebooktwitter-xemailnative
Dolors Massot - publicado el 14/06/21
whatsappfacebooktwitter-xemailnative
La doctora Yomaris M. Peña lucha contra el coronavirus para proteger a la comunidad latina y afroamericana. Ella es miembro de la red de médicos SOMOS

“La verdad que nunca me gusta que me digan héroe”, afirma la doctora Yomaris M. Peña. “Entré en medicina por vocación.”

La misión de servicio ha hecho que esta médica apasionada de la vida y de su trabajo se volcara en la atención de las personas desde que irrumpió la COVID-19. Ella lo hizo a través de la red de médicos SOMOS, que atiende a la población más vulnerable de Nueva York. Su trabajo ha salvado muchas vidas, sobre todo entre hispanos y afroamericanos.

“Todos tuvimos que hablar en español para la comunidad, para que nuestros latinos no se quedarán atrás.”

Yomaris Peña es también de origen latino. “Nací en la República Dominicana. Y a los dos meses de edad -explica- me llevaron a vivir a San Juan de Puerto Rico. Éramos dominicanos que habían emigrado a la Isla del Encanto. Allí viví hasta los 11 años y de nuevo volví a la República Dominicana.”

El regreso no fue fácil: “Tuve que aprender -dice- a adaptarme en cambios porque era una República Dominicana donde había escasez de gas, poca electricidad, escasez de combustible... Y había salido de un lugar que se había americanizado y en donde había abundancia. Entonces la adaptación fue difícil, pero me hizo resiliente.”

“En Puerto Rico -prosigue la doctora- yo tuve la oportunidad de ver a mi papá que ayudaba a otras personas siendo inmigrante. No tenían ni siquiera un peso ni un lugar donde dormir. A través de lo que yo percibí con mi padre por cómo ayudaba a la comunidad dominicana, me enseñó que nosotros cuando estamos en posiciones mucho más privilegiadas. Debemos tender una mano.”

La segunda lección de vida le llegó con mucho dolor. “Me gradué en el verano de 2003 y él se alegró mucho al verme graduada. Pero en diciembre de ese mismo año, a mi papá le diagnostican un cáncer, adenocarcinoma del hígado, que es mortal en la mayoría de los casos. Él tenía 51 años y yo tenía 23.”

La muerte de su padre hizo que la doctora, que en la Universidad se había vuelto atea, se convirtiera: “A mí me retomó mi fe, a través de ver cómo mi papá se afianzaba tanto a Dios. Para mí eso era importante.”

Aquel ejemplo de su padre y aquella fe le han sostenido en el largo y duro camino de la lucha contra la pandemia del coronavirus.

“En 2020 -recuerda- llegó la pandemia. Antes, desde 2012, era la directora médica de un centro de medicina interna en Washington Heights. Nos dedicábamos a la prevención, a dar salud en la comunidad. Al llegar la pandemia mi vida cambió. A través de SOMOS Community Care, donde soy miembro del board, empezamos a movernos en los distintos aspectos que la comunidad requería, en nombre de SOMOS y con el liderazgo del Dr. Ramón Tallaj, su fundador y presidente.

Ahí comenzó un recorrido que todavía no ha concluido: “Me tocó ser -explica- la coordinadora del primer centro de screening en el Bronx. En ese lugar no había nada. La tasa de positivismo era del 50%. Era un momento en que no se sabía nada del virus.”

Pero “antes de eso -apunta- nos encomendaron ir al New York Stock Exchange para que siguiera con sus trabajos antes de que se fueran a digital por primera vez.”

Después vendría “el proyecto de Lehman College. Ahí estuvimos 3 meses.”

“Luego -señala- comienza el proyecto masivo. Las pruebas se hacían en pequeñas iglesias, en pequeñas escuelas. Y ahí fuimos parte del primer lugar de atención en el Lower East Side, en Manhattan. Nos tocó ayudar a esa comunidad y fue muy bonito.”

Llegó el verano de 2020 y “cuando en Nueva York había bajado la incidencia del coronavirus, el gobernador de Nueva York le pidió a SOMOS, a través del doctor Tallaj, que mandase grupos médicos a los estados que nos habían prestado la mano durante momentos difíciles. Entonces vamos a Houston, Texas.”

“Allí -detalla- estuvimos dos semanas haciendo pruebas a comunidades latinas y fuimos también a otra comunidad afroamericana. Cuando termina este proyecto nos envían a St. Petersburg, en Florida. Ahí la población era diferente: era una población envejeciente que tenía miedo. Habían pasado meses y meses recluidos y no encontraban dónde ir a hacerse la prueba.”

Para la doctora Peña, llegó entonces el momento de poder atender a sus pacientes de siempre. “En septiembre, octubre, noviembre y diciembre me pude dedicar otra vez a la medicina preventiva”, señala.

Hasta que, como ella dice, “llega la luz al final del túnel, que es la vacunación.”

“En el proyecto de vacunación -explica- hemos estado desde el día de Reyes, en que comenzamos a vacunar a nuestra gente. Lamentablemente en centros de urgencia, no en nuestras clínicas, porque nunca nos dieron este acceso.”

Es una reclamación grande que la doctora Yomaris Peña sigue haciendo. “Sí estuvimos para las pruebas. Pero nunca la vacuna llegó a nuestras oficinas. Al ver esto, yo no podía quedarme tranquila porque SOMOS fue el número 1” en salir a cuidar a la población cuando apareció la pandemia.

Ahora llegaba el paso siguiente en la lucha contra el coronavirus: “Hay que vacunar la ciudad”, pensaron con determinación, “vamos a vacunar a la ciudad”. “Entonces ahí me vuelvo directora médica del centro del Acueducto, que es uno de los centros de vacunación más grandes de Nueva York. De enero a marzo tuvimos 90000 personas vacunadas y seguimos haciéndolo.”

“También -añade- tenemos otros pop-ups con los que vamos a zonas de personas con escasos recursos y creamos centros de vacunación. Estamos allí de 2 a 3 días y luego volvemos para su segunda dosis de vacunación.”

“Para mí -confiesa la doctora Peña- lo más difícil de esta pandemia fue perder a pacientes muy queridos”. Recuerda con especial cariño y dolor a la que fue “la mamá de San Francisco de Macorís, la partera, la midwife”. “Ver que una mujer que trajo tanta vida murió sola sin el agarrar de manos de sus hijos, y murió en cuarto frío…¿sabes? Eso me dolió mucho.”

Porque a sus ojos, la vida humana tiene un valor sagrado: “El ser humano no nació para nacer solo, el ser humano no nació para morir solo”. Ese enfoque era un reto muy difícil y doloroso de hacer posible como médico en pandemia. “A pesar de decirle a la población ‘trata de lavarte las manos’, de alejar a sus mayores para protegerlos… pero ¿cómo lo hacían, si en un apartamento viven diez?”

“Y cuando me llamaban y me decían ‘doctora, mamá, tiene ansiedad’… yo tenía que responder inmediatamente ‘eso no es ansiedad, no puede respirar, tienes que llevarla al hospital”. Y saber que esa persona se iba a morir… Eso fue muy difícil.”

La doctora Peña y todos los médicos de somos defienden la vida de todas las personas. “En el proceso de la vacunación -explica- me dolió como una llaga en el alma ver tanto que nos sacrificamos, tanto que dimos nuestra comunidad, y que aun así fuimos dejados de último.”

“Y nosotros, los médicos, porque no pertenecíamos a un hospital, no existimos. Pero en el momento en que nadie quería salir [a atender a la población], sí estamos. Para mí eso ha sido muy difícil”, se lamenta.

Pese a las dificultades reales, Yomaris Peña se ha mostrado vital, positiva y alegre en todo este tiempo, y eso ha contribuido a impulsar a todo el equipo de SOMOS. Cuando piensa en el año transcurrido, afirma: “Yo he vuelto a revalorar la vida. Porque yo siempre he apreciado la vida desde el momento en que mi papá se murió a temprana edad y entendí que no te llevas un dólar. Te llevas lo que diste y dejas lo que hiciste. Entonces, a través de esto yo he entendido el valor de la vida de nuevo.”

Por desgracia, no se le han ahorrado situaciones duras y problemas: “Lo he visto todo, lo he visto todo”, comenta. Pero hay lo positivo ha pesado mucho más en la balanza: “En muchos momentos me siento muy orgullosa de todos los doctores que han trabajado alrededor de nosotros. Hemos creado un equipo maravilloso. Primero por Dios y luego por el liderazgo del Dr. Tallaj. Y, tercero, porque nosotros demostramos que tenemos la capacidad de liderar y también compasión, conexión, sabe manejar grandes masas.”

“¿Te crees que fue fácil -dice- trabajar con el departamento de Salud del Estado de Nueva York cuando ellos no querían que nadie se pusiera mascarilla en un inicio, cuando ellos no querían aprobar los diferentes uniformes que necesitábamos para los screenings? Ahí tuve yo que sacar a la Yomaris, porque ninguno de mis pacientes, ninguno de mis doctores se iban a morir porque yo no peleara.”

¿Qué sueño profesional tiene ahora en mente la doctora Peña? La respuesta es muy clara: “Para la ciudad de Nueva York y de Estados Unidos, después de haber pasado estos momentos tan difíciles, que la comunidad inmigrante latina y afroamericana, sea vista igual que la comunidad anglosajona blanca”. Y explica el motivo: “Porque la verdad es que la disparidad que hay es demasiado grande y verla todos los días duele. Lo único que puede hacer uno es seguir trabajando y seguir luchando para llegar a esa igualdad.”

“Yo siento que SOMOS debería ser una red nacional -declara- y luego que se convierta en una red global. Porque SOMOS es compasión, SOMOS es cuidado, SOMOS es prevención, SOMOS es entrega, SOMOS es sacrificio. Mira cuántos doctores se murieron, pero no les importó porque dieron su vida por su comunidad. Es muy triste, pero debemos recordarlos y valorarlos.”

Yomaris Peña reflexiona sobre la razón de ser de esta red de médicos que cuida de los más vulnerables allá donde está, hoy Nueva York pero abierta a la expansión donde se necesite: “SOMOS, we are en inglés, somos todos juntos. Tenemos que seguir unidos para el bienestar de nuestra comunidad.”

Transcurridos más de 15 meses desde el comienzo de la pandemia y en plena lucha contra la COVID-19, su esperanza sigue en pie: “Yo estoy bien agarradita de la mano de Dios. Yo hablo con Dios mucho, hablo con Dios en todo momento. Si tengo miedo, hablo con Dios y le digo: ‘Tú tienes el control, ayúdame y enséñame el camino’. Y siempre me lo enseña.”

“Durante la pandemia -explica- ocurrió algo bien bonito. Se comenzó un grupo de oración a las 8:00 de la noche, todas las noches, en donde estaba el señor Mario Paredes (CEO de SOMOS), el doctor Ramón Tallaj, Lidia Virgil (directora de operaciones de SOMOS)... Y todas las noches a las 8:00 de la noche nos conectábamos todos. Y esto todavía hasta el día de hoy.”

Ese grupo de oración la ha sostenido en esta época “orando, invocando a la Virgen, invocando a Jesús, pidiendo por las oraciones de los demás… Y la verdad es que ha sido maravilloso porque en el momento en que no podíamos ir a la iglesia, aun así nos congregábamos aunque fuera por media hora y eso aplacaba un poco ese espíritu que necesitaba ese pan que es la oración.”

Yomaris Peña habla de su fe en Dios Hijo como Maestro, como Rey, como Amigo y, por qué no, como Médico que cuida de nuestros cuerpos y nuestras almas: “Saber que hubo alguien tan grande como Jesús, con una energía tan elevada, que sufrió tanto por ti y por mí, me lleva a ser mejor persona todos los días”, afirma.

¿Te ha gustado leer este artículo? ¿Deseas leer más?

Recibe Aleteia cada día.

Apoye Aleteia

Usted está leyendo este artículo gracias a la generosidad suya o de otros muchos lectores como usted que hacen posible este maravilloso proyecto de evangelización, que se llama Aleteia.  Le presentamos Aleteia en números para darle una idea.

  • 20 millones de lectores en todo el mundo leen Aletiea.org cada día.
  • Aleteia se publica a diario en siete idiomas: Inglés, Francés, Italiano, Español, Portugués, Polaco, y Esloveno
  • Cada mes, nuestros lectores leen más de 45 millones de páginas.
  • Casi 4 millones de personas siguen las páginas de Aleteia en las redes sociales.
  • 600 mil personas reciben diariamente nuestra newsletter.
  • Cada mes publicamos 2.450 artículos y unos 40 vídeos.
  • Todo este trabajo es realizado por 60 personas a tiempo completo y unos 400 colaboradores (escritores, periodistas, traductores, fotógrafos…).

Como usted puede imaginar, detrás de estos números se esconde un esfuerzo muy grande. Necesitamos su apoyo para seguir ofreciendo este servicio de evangelización para cada persona, sin importar el país en el que viven o el dinero que tienen. Ofrecer su contribución, por más pequeña que sea, lleva solo un minuto.

banner image
Top 10
See More
Newsletter
¿Te ha gustado leer este artículo? ¿Deseas leer más?

Recibe Aleteia cada día.