Áurea era una viuda árabe. Había nacido en una familia musulmana en la que había tres cadíes (jueces musulmanes). Su padre era de Sevilla. Su madre y ella eran cristianas. También sus hermanos Juan y Adolfo, que fueron ejecutados por su fe en el año 825.
Así pues, Áurea se fue al convento de Cuteclara donde su madre vivía desde hacía 30 años. Allí llevaba vida de religiosa. Estando ahí supo de la muerte de tres cristianos. Era la época de persecución de Abderramán II y Mohamed I.
Hubo una denuncia contra Áurea, fue detenida y tuvo que presentarse ante un tribunal. Entonces ella se asustó ante el cadí y dejó entrever que volvía a la religión musulmana.
Sin embargo, una vez liberada, se arrepintió de haber negado a Jesús. Pidió entonces a Dios que le diera oportunidad de mostrarle su amor. Áurea dio de nuevo testimonio de cristiana y fue entonces denunciada por segunda vez. Fue condenada y decapitada. Su cuerpo fue arrojado al río Guadalquivir.
Final similar tuvieron en aquella época otros 47 cristianos y a todos ellos se les llama “los Mártires de Córdoba”.
La fiesta de santa Áurea es el 19 de julio.
Oh Dios, que concediste a santa Áurea
el don de imitar con fidelidad a Cristo
pobre y humilde; concédenos también
a nosotros, por intercesión de esta santa,
la gracia de que, viviendo fielmente
nuestra vocación, tendamos hacia la
perfección que nos propones
en la persona de tu Hijo Jesucristo,
que vive y reina contigo.
Amén.
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