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Mary Elizabeth Lange: fundó el primer convento femenino afroamericano

MARY ELIZABETH LANGE
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Sandra Ferrer - publicado el 20/07/21
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En la América esclavista, una mujer venida de Cuba ayudó a los niños negros a formarse y creó una red de ayuda a la comunidad negra de Baltimore

Mary Elizabeth nació en un mundo el que muchos hombres y mujeres no eran libres. Las mujeres no podían votar, los negros no podían emanciparse. La esclavitud seguía vigente cuando esta mujer llegó a Baltimore a principios del siglo XVIII.

Mary había nacido hacia 1784 en Santiago de Cuba en una comunidad haitiana, en el seno de una familia acomodada que le dio una buena educación. 

Cuando los Lange se instalaron en Baltimore huyendo de la inestabilidad cubana, se unieron a una amplia comunidad de afroamericanos libres aunque había aún muchos más que continuaban siendo esclavos.

Mary Elizabeth pronto se dio cuenta de que aquellos hombres y mujeres libres a duras penas podían dar una buena educación a sus hijos puesto que no existían escuelas públicas para niños de color. Ella sí que tenía una buena formación que podía poner al servicio de la comunidad y no se lo pensó dos veces. En su propia casa, Mary Elizabeth abrió una escuela que sería el inicio de un largo proyecto vital. 

Durante diez años, ayudada por su amiga Marie Magdaleine Balas, Mary Elizabeth invirtió su tiempo y dinero en formar a todos los niños y niñas que quisieron acercase a su casa convertida en escuela. Pero transcurridos los años, tuvo que rendirse a la evidencia de que el dinero se agotaba y no recibía demasiadas ayudas.

Fue entonces cuando el reverendo James Hector Joubert, que conocía la devoción cristiana de Mary Elizabeth y su espíritu de vocación, le propuso continuar con su proyecto a través de la fundación de una congregación. 

Mary Elizabeth aceptó en seguida la propuesta del revendo James. El 2 de julio de 1826, junto a otras tres mujeres negras, pronunciaban sus votos ante el arzobispo de Baltimore.

Nacía la orden de las Hermanas Oblatas de la Providencia, y la nueva hermana Mary Lange se convertía en la primera superiora general de la primera congregación afroamericana en los Estados Unidos.

Las hermanas se definen así: “Las Hermanas Oblatas de la Providencia somos una sociedad religiosa de vírgenes y viudas de color. Su fin es consagrarse a Dios de una manera especial no solo para santificarse y así asegurar la mayor gloria de Dios, sino también para trabajar por la educación cristiana de los niños de color”.

Con el apoyo del reverendo James, la nueva congregación continuó con su labor educativa y amplió sus servicios a personas necesitadas. Creó un orfanato, una casa de apoyo a las viudas y amplió la escuela a esclavos adultos recientemente liberados.

Durante momentos de crisis como la dura epidemia de cólera de 1832, las hermanas oblatas no dudaron en acoger a los afectados y ejercer de enfermeras, intentando curarlos o dando consuelo espiritual a los enfermos terminales. 

La hermana Mary sobrevivió a la cruenta guerra civil de la década de 1860 junto a sus hermanas de la congregación, sin dar nunca de lado a los enfermos ni heridos. Terminado el conflicto, el número de huérfanos creció pero encontraron en el convento de las Hermanas Oblatas un nuevo hogar. 

Mary Lange tuvo una vida longeva, vivió hasta los noventa y ocho años y no dejó nunca, hasta que las fuerzas se agotaron, de ayudar a los demás y servir a Dios con sus oraciones. Tras su fallecimiento, la Congregación de las Hermanas Oblatas continuó con su labor educativa y asistencial hasta la actualidad.

Una labor que se resume en esta frase de la hermana Mary Lange: “Nuestro único deseo es hacer la voluntad de Dios”. La congregación permanece activa en Maryland, Florida, Nueva York y Costa Rica. 

En 1991 se inició su proceso de canonización. 

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