Durante los últimos meses, hemos escuchado el Evangelio según San Marcos. A partir de hoy, el sexto capítulo del Evangelio de Juan se leerá en las iglesias durante 5 domingos.
Se trata de uno de los capítulos más importantes de la Escritura para nosotros porque Jesús mismo nos explica qué es la Santa Comunión que recibimos.
“Aquí hay un muchacho que trae cinco panes de cebada y dos pescados. Pero ¿qué es eso para tanta gente?", dice san Andrés, ante cinco mil hombres.
Además, hay que añadir a ellos las mujeres y los niños. Jesús hizo un milagro y multiplicó los panes, dio de comer a todos, y aún sobró comida.
El milagro de la multiplicación de los panes está muy bien representado en un mosaico de la iglesia de Tabgha.
El templo se encuentra en la orilla del mar de Galilea.
El famoso mosaico se encuentra bajo el altar. Muestra una cesta con cuatro panes dentro. Al lado, hay dos peces. ¿Por qué cuatro panes y no cinco, cuando el Evangelio habla de cinco panes?
Porque el quinto pan está en el altar en cada misa. Jesús transforma este pan en su Cuerpo y nos alimenta.
Este milagro ocurre durante la Eucaristía, también en nuestras iglesias y capillas.
Enseguida tomó Jesús los panes, y después de dar gracias a Dios, se los fue repartiendo a los que se habían sentado a comer.
El nombre “Eucaristía” viene de la palabra griega “eucharisteo”: “dar gracias”, que se utiliza precisamente en este pasaje de la Escritura.
Jesús no está pidiendo, sino que ya está dando gracias por lo que va a suceder, aunque todavía no ve el efecto. Da gracias porque confía.
Jesús quiso que la oración más importante se llamara “acción de gracias”, “Eucaristía”, como signo de confianza en Dios. ¿Con qué frecuencia doy gracias a Dios?
Jesús multiplicó el pan de cebada. Este tipo de pan era el alimento de los pobres. Jesús acepta este sencillo don y lo multiplica muchas veces.
Lo mismo ocurre ahora. Todo lo que demos a Jesús, incluso los dones más sencillos, él lo multiplicará muchas veces para nosotros y para los demás.
Ahora bien, esto no se refiere a las cosas materiales. Por ejemplo, ¿cuánto tiempo del día tengo para Jesús?