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Por qué mantengo la calma aunque ya perdí el control de mi vida

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Carlos Padilla Esteban - publicado el 27/07/21
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Los cambios no me abruman en exceso, no siento que sólo tenga una posibilidad para ser feliz

Detrás de cada paso que doy se esconde Dios tocando mis pasos. Detrás de cada decisión que tomo está el mismo Dios sosteniendo mi vida. Y yo me creo que depende todo de mí.

Me siento como un dios tratando de alinear los astros de tal forma que todo funcione a la perfección.

Pero luego veo que voy cambiando. Y lo que un día pareció enamorar mi corazón súbitamente no me satisface.

Ese mismo rostro del que me enamoré, o su tranquilidad y su calma. Súbitamente me molestan formas que antes amaba. Y huyo de hábitos que un día llenaron mi corazón.

¿Estaré yo mal o es que voy cambiando? Nadie me dijo que dejaría de gustarme lo que antes me gustaba.

Ignoraba las consecuencias de la decisión que un día tomé convencido de que era la mejor salida.

¿Nada es para siempre? ¿Todo cambia?

Hay cosas que permanecen en el tiempo, estables y firmes. Y me siguen enamorando pasados los años.

Pero hay otras que cambian, o mejor, soy yo el que cambia y ahora no me despiertan alegría. Otras cosas que un día odié hoy despiertan mi atención.

Sigo sin poder hacerlo todo bien, menos aún perfecto. Y no logro sostener el mundo con mis manos débiles. Tan frágil soy, tan pesado es el mundo.

Me abruma el paso del tiempo que deja canas en su huida sin darme cuenta. Temo repetir errores del pasado o de otros. Y puede que mis aciertos no valgan para siempre.

Cambio, todos cambian, no me importa constatar el paso del tiempo. Y ver que no soy el mismo que empezó a caminar un día alabando a Dios por el milagro de la vida.

He sufrido y he vivido. Me he alegrado y he acogido tristezas en el alma. No me importa constatar que soy débil y pequeño.

Me alegra el amanecer igual que antes. Y al ponerse el sol me siento tan cansado como siempre, igual de feliz. El día siempre desgasta con su paso. Me gustaría ser como la persona aquí descrita:

Quiero sentirme cómodo conmigo mismo. Los cambios no me abruman en exceso. No siento que sólo tenga una posibilidad para ser feliz.

Quiero aprender de los contratiempos de cada día. Y sacar algo positivo de cada caída.

No hay mal que dure eternamente. Igual que las cosas buenas se acaban cuando menos lo deseo.

Y los sueños, algunos se hará realidad, otros morirán antes de nacer. Y la vida es un camino largo que recorro desde mis límites, aprendiendo cada día.

Incluso cuando el dolor, la cruz, la enfermedad puedan haberme arrebatado cosas. Comenta Olatz Vázquez lo que ha perdido en su enfermedad:

La vida me da cosas y luego me las quita, o las pierdo. Una enfermedad es parte de la vida y no es fácil asumirlo. Pero soy más que todo lo que pierdo con ella, más que todo lo que la suerte me quita.

PEACE

Me aferro al amor que tengo guardado en el alma. Y valoro como un don de Dios todo lo que me sucede.

No dejo de sonreír incluso cuando pierdo mucho. Y siento la injusticia en la piel como una amenaza, como una realidad que hiere.

Me da miedo pensar en las cosas que puedan sucederme. El futuro me espera, inquieto y desafiante.

Me aterran esas posibles desgracias que imagino en mi fantasía viva y despierta. No me desespero cuando nada resulta como estaba planeado.

Abrazo sin miedo a abrazar. Espero sin miedo al futuro. Me alegran las cosas que hay aunque desee las que aún no llegan. No tiemblo ni pierdo la paz porque Dios sigue a mi lado en todas mis batallas.

Encuentra en la siguiente galería de imágenes 12 citas bíblicas para encontrar la paz:

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