El Monasterio de Santo Toribio de Liébana, en la región española de Cantabria, fue un centro religioso y cultural de primer orden durante la Edad Media. Allí desarrolló su obra el monje Beato de Liébana durante el siglo VIII cuando escribió el libro Comentario del Apocalipsis o realizó su peculiar mapamundi que influyó en historiadores y cartógrafos posteriores.
Además, Beato de Liébana fue un defensor de la religión católica frente a la herejía “adopcionista” que afirmaba que Cristo era hijo adoptivo de Dios, tesis defendida por el Arzobispo de Toledo, Elipando o por el obispo de Urgel.
De hecho, la discusión teológica fue de tal magnitud que incluso el Emperador Carlomagno convocó el Concilio de Frankfurt y más tarde de Ratisbona, en el que se aprobaron las posturas de Beato de Liébana. Éste, junto a Eterio de Osma, escribió su “Apologética contra Elipando” para defender a la Iglesia de esta herejía.
Como ya hemos señalado, la obra cumbre de Beato de Liébana fue su Comentario del Apocalipsis, que escribió para aportar un poco de luz al Apocalipsis de San Juan. Son un total de doce libros que compuso y terminó Beato en el 786, para explicar el complicado texto de la Biblia.
Por otra parte, este libro ha pasado a la Historia del Arte por las diferentes copias que se hicieron posteriormente en otros monasterios medievales. Curiosamente se les llama “Beatos” y fueron realizadas entre el siglo X y el XIII. En ellas se incluyeron imágenes en miniatura cuya temática y técnica fueron fundamentales para la evolución de la pintura y la escultura mozárabe y románica.
De igual importancia es la creación por parte de Beato de Liébana de la composición O Dei Verbum, un bello himno de la liturgia mozárabe que era cantado en las vísperas del 30 de diciembre, día de Santiago Apóstol. En él se invoca por primera vez al apóstol Santiago como patrón de España.
Su composición suele datarse entre los años 784 y 785, durante el reinado del monarca asturiano Mauregato (783-788) aunque, a día de hoy, existen dudas sobre su autoría.
El conjunto del himno está destinado a ensalzar a los apóstoles como predicadores del mensaje de Jesús y además establece una vinculación especial de Santiago con Hispania. También aparece, sorprendentemente, por primera vez por escrito, como patrón peninsular:
Por esta razón se considera al escritor liebanense como promotor del culto a Santiago en el naciente Reino de Asturias. Parece que el propósito del himno era levantar los ánimos de los cristianos del reino astur, que en aquel momento estaba aislado del resto de España, invadida por los musulmanes.
Se da la circunstancia de que, unos años después de la difusión del himno, cuando ya reinaba Alfonso II en Asturias se descubrió (aprox años 820-830) un sepulcro abandonado en el "Campo de Estrella" (es decir, Compostela), cuyos restos fueron atribuidos a Santiago, el Apóstol.
Teodomiro, era entonces el obispo de esa diócesis de Galicia, Iría Flavia, situada en el extremo del reino, que era ya territorio conquistado a los musulmanes.
Obviamente, este hallazgo dio lugar al nacimiento y desarrollo de Santiago de Compostela y de los caminos de peregrinaje hacia la tumba del Apóstol.
El culto al apóstol se extendió rápidamente entre los cristianos peninsulares y fue proclamado patrón del reino de Asturias y, por consiguiente, de todos los territorios que los sucesivos reyes iban reconquistando a los musulmanes. Por esta razón, surgió la costumbre entre los ejércitos cristianos de invocar su nombre antes de entrar en batalla.
De esta forma, la ruta jacobea se incluyó dentro de las tres grandes peregrinaciones cristianas de ese momento, junto a Roma y Jerusalén. La popularidad del Camino se extendió por toda la península y también entre los reinos europeos occidentales, y un número creciente de peregrinos se acercó durante toda la Edad Media a la Ciudad de Compostela para venerar los restos del Apóstol y pedir su intercesión.
Por supuesto, hoy más que nunca, y especialmente este 2021 y 2022 podemos acudir a Santiago de Compostela para conseguir nuestro Jubileo.
Así que, gracias a la labor de un monje estudioso y culto, Beato de Liébana, realizado en un pequeño monasterio escondido en medio de las montañas, hoy podemos agradecerle parte de lo que somos y de lo que creemos.
El Monasterio de Santo Toribio de Liébana posee, además, otras características que le hacen único: tiene el privilegio de conservar la reliquia de la cruz de Cristo -Lignum Crucis- más grande de toda la cristiandad.
Este hecho le convirtió, después de Santiago de Compostela, en el último de los cuatro lugares Santos de peregrinación perpetua de la Iglesia desde la Edad Media, junto con Roma, Jerusalén y la ya citada Santiago de Compostela.
Como curiosidad indicar que, a los peregrinos que acuden a estos santos lugares reciben diferente calificación: los que peregrinan a Roma se les llama “romeros”, los que acuden a Jerusalén son los “palmeros”, los que van a Santiago, son generalmente peregrinos o “concheros” y los que se acercan por el Camino Lebaniego hasta Santo Toribio para venerar la Cruz de Cristo, son “crucenos”.