El 15 de noviembre, día mundial sin alcohol, es una buena ocasión para pedir ayuda al "padre protector" de quienes sufren adicciones, el redentorista Alfred Pampalon.
Millones de personas padecen el alcohol y sus consecuencias. Muchas de ellas comparten experiencias en el movimiento Alcohólicos Anónimos.
Hablar del alcohol para liberarse ha sido el lema del movimiento durante 57 años. Reúne a más de dos millones de personas en todo el mundo.
Entre ellos, algunos también siguen un camino espiritual, dispuestos a "descubrir que hay un Dios que los ama" y dispuestos a contar con la protección del padre Alfred Pampalon, patrón de todas las personas que sufren adicciones.
Este redentorista fue declarado venerable el 14 de mayo de 1991 por san Juan Pablo II.
El Padre Pampalon atendió a personas que padecen adicciones que privan al hombre de parte de su libertad.
Expuesto a la burla de los que lo rodean y al reproche constante, el "alcohólico" -como lo etiquetamos- ve aumentar su culpa y su vergüenza, entrando entonces en un ciclo infernal que toca su "corazón de apóstol".
El "buen padre Alfred"
El "buen padre Alfred", como se le conoce, nació en Levis, en la provincia canadiense de Quebec, el 24 de noviembre de 1867.
Muy temprano, el joven reveló su pureza de alma, espíritu de oración y amabilidad no calculada, según destaca la Fraternidad de San Alfonso, que le ha dedicado una novena y una gran fiesta todos los años durante los últimos años.
A los cinco años, cuando su madre estaba a punto de morir, miró una foto de María y decidió que a partir de ese momento ella sería su madre.
A los 17 años una grave enfermedad le llevó a recibir los últimos sacramentos. Pero su familia lo llevó al santuario de Santa Ana de Beaupré, donde reina "la santa de la ternura", santa Ana, y fue sanado.
Tomó la decisión de vivir como hijo de san Alfonso de Ligorio, como redentorista, acercándose a los pequeños y al sufrimiento, acercándolos a Dios y pacificando los corazones.
Siendo ya sacerdote, empezó a mostrar síntomas de tuberculosis pero continuó su misión: escuchar confesiones, conducir almas, consolar a los pobres, bautizar,...
El 30 de septiembre de 1896 dio su último suspiro. Desde su muerte se han multiplicado los testimonios de curaciones físicas y espirituales de las personas que visitan su tumba, en la basílica del santuario de Santa Ana de Beaupré, en Canadá, para invocar su intercesión.
Reza con confianza
El buen padre Alfred permanece accesible para todos; él mira todas las miserias, se hace el protector de aquellos que le suplican con confianza, con el corazón apesadumbrado por sus sufrimientos:
"Querido Padre Alfred, te dirijo mis oraciones, te clamo mi sufrimiento.
Ven en mi ayuda, hazme los favores que te pido.
Eres el protector reconocido de las personas que sufren en cuerpo, corazón y alma.Cuidas especialmente a los alcohólicos y drogadictos; eres su protector venerado.
Liberaste a tanta gente de la adicción a las drogas y la bebida.
¡Líbrame también a mí de este mal, por favor!
Y libera a las personas que te recomiendo, especialmente a los miembros de mi familia.Vengo a ti con confianza. Te rezo por mí y por mis seres queridos.
Extiende tu ayuda a toda la Iglesia y al mundo entero.Amén".
Traducción de un artículo publicado por nuestra difunta compañera Isabelle Cousturié en la edición francesa de Aleteia, en 2017