“El aumento de contagios por COVID-19 altera los planes de Navidad de las familias”, este es el titular más repetido en los periódicos en los últimos días. Las redes sociales se hacían eco de numerosas familias que han tenido que cancelar cenas con los abuelos, viajes, quedadas y diferentes planes a causa de confinamientos por contagio o contacto. Una vez más, se nos hace evidente que no tenemos el control sobre nuestra vida o como dice el refrán: “El hombre propone y Dios dispone”.
Ante estos titulares, en mí resonaba la famosa frase de una de las pulseras de Hakuna: “Abraza el plan B”. Y no, no te preocupes, que todo es para bien.
Estos días, el Evangelio nos relata cómo la Virgen María se quedó “desconcertada” ante la Anunciación, pero supo abrazar y acoger mejor que nadie su plan B haciendo de él un super plan A para la humanidad, nuestra salvación.
Pero, ¿cómo abrazar el plan B? ¿cómo levantar la mirada, acoger el plan y no salir huyendo y buscando refugio? En estas circunstancias, la Virgen María es nuestra mejor maestra, nos entiende a la perfección y nos ha enseñado que el crecimiento no está en el refugio, en la tentación de la vía fácil, sino en el abrazo confiado de la voluntad de Dios.
La adversidad es siempre una oportunidad pero, uf, ¿cómo podemos afirmar esto? Sobre todo, ¿cómo es posible cuando humanamente no es lo que deseamos? El plan B es una perfecta ocasión para recordarnos o para descubrir qué es lo que sostiene nuestra vida, qué es lo esencial para vivir, de qué pasta estoy hecho. El plan B siempre nos lleva a suspirar “Señor, ¿qué quieres que aprenda?”. Y esa pequeñez es el trampolín para directamente formar parte de lo divino. Abrazar nuestro plan B no es otra cosa que vivir la inmensa gracia de colaborar en el plan A del Señor.
Momento para crecer en fe y creatividad
Abrazar el plan B llama al crecimiento en la fe y a recibir el don de la creatividad. En el momento en el que toda nuestra normalidad se ha visto afectada y estamos llenos de incertidumbre, allí es cuando más ingenio se necesita. La creatividad nos ayuda a comprender el sufrimiento, aceptarlo y abrazarlo.
Pero, la verdad es que la única forma de abrazar el plan B es tener confianza en el Señor y abandonarse a Su voluntad. Él nos dará la fortaleza y las herramientas necesarias para que sea el plan A.
Abrazar el plan B es participar de la vida de Cristo en nosotros. Es saber que, a pesar de las circunstancias, siempre habrá espacio para la esperanza y la alegría del corazón. Es gozar de la serenidad necesaria para aceptar las cosas y seguir confiando. Porque, como dijo el famoso físico alemán Albert Einstein, "Dios no juega a los dados". Efectivamente, el Señor tiene un plan para ti.