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Cómo fluir para ser más positivos

KRAVICE
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Guillermo Dellamary - publicado el 10/01/22
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Hay personas a quienes se les atora de todo y fácilmente, se quedan atrapadas en pequeños problemas sin importancia.

Hay personas a quienes se les atora de todo y fácilmente, se quedan atrapadas en pequeños problemas sin importancia.

Se quejan de cualquier cosa que no les parece y les molesta mucho de lo que hacen los demás. Simplemente no saben fluir. Cuentan que un tronco que cae en un río en la montaña, llegará hecho astillas al final de su trayecto, porque irá golpeando en todas las piedras que se encuentra en el camino, y todo por su rigidez. En cambio lo que no es rígido y se adapta a la configuración de las corrientes del río, pegará levemente en las rocas y se lastimará muy poco. Entonces se dice que fluye.

Pues eso mismo parece suceder con el modo de ser de muchos de nosotros, los que son rígidos o los que optan por ser más flexibles.

Qué les ocurre a las personas rígidas

La personalidad de los rígidos es más estricta, exigente y cumple con todo lo que se debe hacer de manera casi obsesiva. Es intolerante con las fallas propias y sobre todo con las de los demás. Tiene la tentación frecuente de andar corrigiendo y dando lecciones a los que suele observar con detalle, para hacerles ver sus fallas. En fin, no fluye pues se atora en su firmeza de que el mundo sea como lo quiere ver, y que los demás se comporten como cree que debe ser.

Por su parte, las personas flexibles se adaptan rápidamente a las circunstancias y dejan fluir las cosas, sin caer en la tentación de quererlas modificar. Así, como vienen, las deja ser tal y como están. No intentan cambiar el modo de ser de los que le rodean y respetan sus decisiones, pues no se detienen a señalar ni a corregir los errores, simplemente fluyen.

Resulta evidente que la manera de vivir de una persona rígida es muy susceptible a ser más negativa que una flexible, que se va a golpear menos a lo largo de su vida, es decir, va a tener menos fricciones y altercados con las personas cercanas. Por consiguiente, será más positiva. Muchos practicantes de las artes marciales, comprenden muy bien los movimientos que permiten la flexibilidad frente a las consecuencias de la rigidez.

Por ejemplo el ju jitsu, un arte marcial japonés, expresa la técnica de la flexibilidad o suavidad (ju:  flexibilidad/suavidad; jitsu: técnica) como la parte esencial de sus enseñanzas. Está técnica se basó en la observación de un árbol de roble, durante una fuerte tormenta de aire y agua, que se quebraban sus ramas, mientras que el árbol del sauce se doblaba y dejaba pasar los fuertes vientos y una vez, terminada la tempestad, volvía a su posición original.  Sobrevive más el flexible que el rígido.

De aquí que en la vida podemos desarrollar una manera de afrontar los problemas y dificultades con mayor versatilidad y sin afrontar de golpe las desavenencias.

Lo mismo que hacen los surfeadores, frente a las grandes olas. Aprenden a deslizarse con ellas, en vez de dejarse revolcar por su fuerza.

FERREIRA

Se ha visto también que las personas inteligentes combinan la flexibilidad con la creatividad. De esta forma encuentran muchas soluciones a los problema de la vida con menos tensiones y estrés.

Entonces, una de las primeras cuestiones a considerar, es que el trato a los demás implica flexibilidad, respeto y tolerancia. En cambio, cuando somos rígidos, controladores, duros y exigentes, fácilmente tendemos a crear tensiones y conflictos con las personas con las que convivimos.

La clave está en vivir con mayor suavidad y soltura y así dejar pasar muchas cosas que suceden a nuestro alrededor, sin sobrerreaccionar y mucho menos tratar de corregir [si no nos lo solicitan] a quienes realizan actitudes y conductas que no nos agradan.

No tiene ningún caso ser duros consigo mismo y con los demás.

Al ser más flexibles y adaptables, también abrimos nuestra disposición a la Providencia, para que sepas recibir con humildad lo que nos toca vivir cada día y con cada una de las personas con las que interactuamos.

Nosotros ponemos nuestra parte, al estar dispuestos a que sucedan las cosas que han de acontecer. Porque en el fondo admitimos que es esa la voluntad de Dios, aunque muchas veces no lo entendamos, ni tal vez nos agrade mucho.  Las cosas no van a suceder siempre como nosotros queremos y esperamos. Pero sí vamos a agradecer lo que la vida diaria nos regala, porque somos adaptables, flexibles. Al fin y al cabo es una mirada positiva a lo que somos y tenemos.

Fluimos mejor cuando no queremos controlar a los demás. Finalmente lo único que realmente podemos controlar es a nosotros mismos. Y eso es lo que más te va ayudar a fluir y a dejar los remanentes de rigidez y dureza que aún están ti.      

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