¿Se leen las mismas lecturas de la Biblia en las misas de los distintos lugares del mundo? La respuesta a la pregunta es un poco compleja: habría que decir que sí… y no.
Intentaré dar una explicación.
Los leccionarios –así se llaman los libros litúrgicos que recogen las lecturas- son los mismos en todas las iglesias del mismo país.
Digo “país” y no “idioma” porque dentro de un mismo idioma hay diferencias entre países, y eso se refleja en los respectivos leccionarios (por ejemplo, entre España e Hispanoamérica con el uso del “vosotros” y el “ustedes”).
En principio, lo previsto es que haya una sucesión de lecturas tal que, en dos años los días de labor, y en tres los domingos (corren por separado), se repase prácticamente la totalidad del Nuevo Testamento, y una buena selección del Antiguo Testamento.
Esto es lo más habitual, y en esto todos coinciden.
Excepciones
Sin embargo, hay bastante flexibilidad para adaptarse a situaciones concretas, y eso significa que hay bastantes excepciones.
No las vamos a enumerar todas, pero sí las más importantes o frecuentes.
Un primer caso son las principales fiestas del calendario litúrgico. Tienen lecturas propias. Si se celebran en toda la Iglesia o en todo el país, son las mismas en todo el país.
Pero también hay un calendario local. Las diócesis tienen algunos días de celebraciones propias, algunas importantes –como el santo patrón de la ciudad, por ejemplo-, que tienen lecturas propias.
Algo parecido sucede con la celebración, en una iglesia, del santo al que está dedicado el templo.
En la celebración ordinaria de santos, normalmente no hay novedades, y se lee “lo que toca ese día” (el nombre técnico es “lectura continuada”).
Aunque en teoría se podría elegir entre eso y una de las varias lecturas escogidas para ese tipo de santos, lo que se denomina “el común” (“común de mártires”, “común de pastores”, etc.).
No se suele recurrir al común, pero si resulta que coincide con el nombre del párroco… pues quizás sí.
El último grupo de excepciones que consideramos aquí –hay algunas más, pero se complicaría mucho esta respuesta si examinamos cada una- es el de las celebraciones que tienen una particular relevancia para los asistentes.
Podemos fijarnos en dos de ellas, quizás las más frecuentes: las bodas y los funerales.
En estos casos, no se trata tan solo de que haya lecturas propias de lo que se celebra, sino también que hay varias para escoger en cada caso.
Muchas veces el celebrante las presenta, antes de la celebración, a los novios o a la familia del difunto, y estos las escogen.
Claro está, en estos casos lo que se lee es distinto de lo que se lee en cualquier otra parroquia de la ciudad.