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Adolescentes: ¿Héroes o peleles?

MISS TEEN DIVA

La adolescencia es el momento de las grandes preguntas sobre la vida.

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Ignasi de Bofarull - publicado el 07/03/22
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A los 18 y 19 años, los adolescentes se formulan las grandes preguntas acerca de la vida. ¿Qué influirá en su decisión y cómo podemos ayudarles?

Adolescencia y juventud: tiempo de grandes decisiones. Quizá sea esta la pregunta que deba hacerse un joven hoy, una chica o un chico de unos 18 o 19 años: qué quiere ser: ¿un héroe o un pelele?

Parece que, si hablamos en estos términos, se está planteando una cuestión muy seria de un modo maximalista. Son dos figuras extremas y hay, como se dice hoy, una escala de grises. Sí, por supuesto, pero a estas edades a menudo se plantean preguntas muy radicales ante momentos trascendentales: “¿Cómo voy a sacar partido de mi incipiente carrera profesional?, ¿cómo voy a enfocar mi tiempo libre?, ¿voy a seguir estudiando?, ¿mi vida va a apostar fuerte por cumplir mi proyecto personal o más bien voy a ir tirando”.

¿Héroe? Sí, héroe de la vida cotidiana que en cada caso empuja fuerte en la dirección que le encara con su proyecto vital.

¿Pelele? Si, pelele de las fuerzas que soplan fuerte y que te tumban o te desvían del camino. Pelele de mis gustos, de mis impulsos, de mi rabia. O quizá deberíamos decir esclavo de mis impulsos.

Son elecciones muy frecuentes en las que muchos adolescentes y jóvenes deben plantearse el rumbo de sus vidas. “Y ante esta circunstancia, ¿voy a ser un héroe, del día a día?, ¿voy, con nobleza, a tomar la decisión más acertada, más corajuda?”. Corajuda viene de coraje, de fuerza, de determinación. “O por el contrario, ¿voy a decidir como una veleta, según sopla el viento, o como un títere, según señalen los hilos que me organizan la vida para llenarse los bolsillos de billetes?”

La historia de Silvia

Un ejemplo brevísimo: imaginémonos una chica que ni fuma y bebe realmente poco. Va a un festival multitudinario de música electrónica, es primavera, a la intemperie y le ofrecen un par de pastillas de éxtasis.

Silvia, que ha empezado Psicología, duda y piensa: “¿Qué hacer? Todo depende del fin de mi vida, de la persona que aspire a ser, del proyecto de mi carrera y de cómo quiero verme de aquí a unos años. Bueno, pero unas pastillas de estas pueden no significar nada. Claro, nada o mucho. Me las ha pasado mi mejor amiga que me dice textualmente: ¡disfruta del concierto!”. Esta historia también vale para un chico.

La presión del grupo

Todos ríen y saltan. La presión del grupo es tremenda. Pero la pregunta interior es también tremenda: “¿Dueña de mi vida o pelele?”. Entonces Silvia se pone a hablar imaginariamente con sus futuros hijos y con los detalles de su futura carrera. “¿Qué dirían mis futuros hijos?, ¿qué me preguntará el empleador que me dará el trabajo de mi vida”? Silvia ahora se va al pasado: “Recuerdo cuando era pequeña, entonces era una deportista y no quería, aunque sabía, perder nunca. Era competitiva. Y muy alegre: y mi padre me acompañaba a la pista de atletismo para que llegara a ser una verdadera corredora de fondo. ¿Mi padre? Apostó por mí. Bueno, ¿dueña de mi vida o pelele?”. No vamos a concluir el relato. Dejemos a Silvia en sus disquisiciones.

¿Qué es un héroe y qué es un pelele?

El héroe aprieta los dientes y mira hacia el pasado y hacia el futuro. Quiere sentirse orgulloso de sí mismo. No le apetece ser vulgar, apuesta por su dignidad e incluso, aunque hoy nos parezca mentira, tiene sentido de misión. Se ha propuesto, como Silvia -por ahora, no sabemos qué hará- correr la carrera de fondo de la vida. ¿Y el pelele? Para este o esta hay mil escusas. La más importante y cínica es la siguiente: “¡Es igual, no pasa nada, no hay que ponerse tan trascendentes ni tan serios!”.

Habla el amigo de Marcos ante este mismo concierto y ante esta misma oferta: “Tómate unas pastillas de éxtasis y la vamos a petar”. Marcos vive incrustado en el presente. Y se dice a sí mismo, interiormente: “¡Marcha!”. Y sigue dialogando consigo mismo: “El futuro no existe”. Igual que los punks de los años setenta. Marcos ya sabe lo que es un coma etílico. Y ya ha dejado los estudios de formación profesional en dos ocasiones. “Total, no voy a encontrar un trabajo digno”. Marcos se rinde y se entrega a la juerga frenética a menudo.

El colegio y la familia es la cuna de los héroes

No le culpo. No ha contado con unos padres exigentes y su instituto, allí donde cursó la ESO, hace ya tres años, no era un paraíso sino todo lo contrario. Estaban todos muy desanimados. Y los profesores eran funcionarios en el peor sentido de la palabra. Daban la clase y se iban. ¿Deporte, excursiones, cultura? Ni siquiera una buena película, ni una conversación comprometida ni culta. ¡Qué lejos de aquellos colegios con tutores que te hacían madurar hace ya muchos años!

EDUCATION

¿Nostalgia?, no: reflexiones que son carbón ardiente para la locomotora de la esperanza. Aquellos adultos que entrenaban equipos, por ejemplo, de rugbi europeo, eran auténticamente héroes. Lo reconozco: muchos chicos y chicas no van a ser héroes pues no han tenido modelos. Y además sus padres han andado desesperados para reunir dos sueldos y sacar adelante la hipoteca. Y no han sabido orientar a sus hijos.

Esa frase

Sin embargo, Marcos recuerda un profesor de primaria que en sexto le dijo: “Haz de tu vida algo bello, que te invite a vivir cada día con intensidad y gratitud. Y de ese modo llegar a ser un caballero, de una pieza, capaz de ayudar a tus amigos y formar la familia que desearías para ti”.

El profesor de primaria no sabía que sus padres trabajaban mucho por él y por sus dos hermanos, pero desde diferentes casas pues se habían divorciado cuando él tenía 10 años. Su tutor lo ignoraba. Pero aquella frase le tocó la fibra intensamente. Exigido por aquella frase a veces consigue saltar de la cama para ir a buscar trabajo. “Habrá, se dice a sí mismo Marcos, que empezar algún día. No quiero ser un pelele de las drogas. Ya he visto cosas horribles”.

Bruce Springsteen

Un paso de gigante en la vida de Marcos

En este caso sí vamos a explicar el final. Marcos se va del concierto. Y mientras se va yendo del estadio traza unas zancadas que le llegan al alma. Nunca había visto nada tan claro. Han pasado los años. Quizá no hubiera pasado nada si Marcos se hubiera tomado aquellas pastillas. Pero lo que ha pasado por no tomársela ha sido muy grande. Acabó sus estudios de automoción, hoy regenta un taller de coches donde trabaja con dos amigos que le llaman Boss. Sí, es el jefe y además entrena un equipo de futbol en el que juegan los chicos y las chicas de su instituto de siempre. Sus hijos muy pequeños todavía le jalean desde la banda. Y dicen que ellos serán futbolistas de éxito. Marcos les contesta: “Solo quiero que seáis caballeros y nunca marionetas”. Los niños saben muy bien qué significa esa frase.

Los futuros padres y los futuros colegios

Faltan más colegios con grandes tutores y entrenadores y maestros líderes. Faltan más trabajos que permitan estar en casa con los hijos o salir de casa con los hijos en familia. Con tiempo. Y hace falta formar mejor a los padres para que crean que como familia, participando en el colegio, pueden hacer cosas grandes. Padres y madres capaces de educar a los héroes de cada día.

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