Una ‘carrera’ humanitaria. Siempre están ahí. Siempre responden. Ya dieron un ejemplo al mundo después de los atentados de Madrid del 11M. También en las semanas más dramáticas de la pandemia del coronavirus. Los taxistas de Madrid se ponen al volante para ayudar a los más necesitados.
Ahora, fuera de su comunidad, fuera de su país. Ponen su trabajo al servicio de los que más lo necesitan. Una carrera –como llaman ellos a los trayectos con clientes- desinteresada y humanitaria. Apagan el taxímetro y se lanzan a la carretera. La caravana con 34 taxis parte este viernes. "Vamos dos conductores por coche para ir doblándonos y no tener que parar. Solo dormiremos en hotel un día para estar descansados para la vuelta”, -dice Jesús Andrades, uno de los que ha ideado esta aventura.
Merece la pena
“Todos tenemos hijos y sólo por ver la cara de esas criaturas en la guerra merece la pena hacer cualquier cosa. Evacuarlos es fundamental. No hacemos nada que no nos gustaría que hicieran por nosotros. La idea es traer a unas 90 personas”, cuenta José Miguel Funez, directivo de la Federación Profesional del Taxi y uno de los organizadores.
Carlos Pardo, de 26 años, añade: “Si nosotros nos viéramos en una guerra, nos gustaría que alguien del otro lado del mundo nos ayudara”. Por eso, estos taxistas no piensan en los cuatro días que van a dejar de facturar y recibir ingresos que necesitan en su vida ordinaria. No piensan tampoco en las dificultades que pueden encontrarse. No dejan que el miedo por acercarse al conflicto les impida ayudar a quienes necesitan una vía de escape para tener un futuro.
Preparados para bebés y mayores
Han buscado los vehículos más espaciosos que pueden conducir. Taxis de entre 6 y 9 plazas para traerse a cuantos más refugiados mejor. “Pueden trasladar también a personas con movilidad reducida y en sillas de ruedas”, comenta uno de los taxistas de los que ha partido la iniciativa.
También están listos para traer bebés. Saben que los hombres entre 18 y 60 años no pueden salir del país, están llamados a combatir. Hay madres con sus hijos. Por eso también llevan sillas de bebés y han pensado también en cómo garantizar que puedan tener un viaje más llevadero. Treinta horas de ida y treinta de vuelta. Sesenta horas en total que no son nada porque pueden cambiar la vida de muchas personas.
Un viaje largo y costoso
Pero el viaje es caro, por eso han recaudado fondos y ayuda. Cada viaje sale por unos mil euros. Y en esa colecta se han encontrado historias que les demuestra que vale la pena. Empezando por sus compañeros taxistas. Aquellos que no pueden ir y van dando sus donativos en lo que han llamado ‘Caja de Resistencia’.
¿Cómo surge la iniciativa?
Los taxis esperan a los viajeros que aterrizan en la Terminal 4 del Aeropuerto de Barajas. Se forman corrillos en esa espera, charlan, como todos, de lo que pasa en el mundo. De la guerra. Del drama de quienes huyen de las bombas. De la necesidad de que les lleven ayuda humanitaria. “Y entonces nos salió la solución a la española”, relata. Alguien dijo “no hay huevos”, y claro, la valentía salió a espuertas. “Mira la que hemos liado”, dicen con orgullo.
Ayuda humanitaria
Durante varios días han estado en contacto con distintas ONGS para recopilar ayuda humanitaria. Y como resultado, en los maleteros ya van rumbo a la frontera cientos de kilos de fármacos, alimentos, tenedores, platos, pilas, mantas, sacos de dormir o material de primeros auxilios. Pero también para tramitar la venida de refugiados. Son esas organizaciones no gubernamentales las que han cerrado las listas de quienes vendrán a España. Su llegada a Madrid también está coordinada con las autoridades de la Comunidad, que se encargarán de atenderles al llegar a la ciudad.