En la carta, datada el 25 de marzo pero dada a conocer recién ahora, el Papa escribió: “Pensando en las dificultades de tantos hijos e hijas de la Nación Argentina tienen que enfrentar, imploro el auxilio de Nuestra Señora de Luján para que, intercediendo ante el Señor Jesús, Príncipe de la Paz, les obtenga a usted y sus colaboradores la asistencia del Espíritu de la verdad para trabajar por el bien común y procurar soluciones adecuadas a los problemas que afligen, de manera particular, a los más débiles y descartados”.
Además, lo “animó a cultivar la continua búsqueda de los grandes ideales que promueven el respeto y el valor de la dignidad de todos los hombres y mujeres, con la convicción de que formamos parte de una sola familia”.
Por su parte, Fernández respondió públicamente a la misiva privada por su cuenta de Twitter, en la que da a conocer la carta de Francisco, escribiendo: “Estimo profundamente la carta que me envió @Pontifex_es. Valoro sus palabras como un faro para enfrentar los desafíos de este tiempo y agradezco de corazón sus buenos deseos. El mundo tiene la fortuna de contar con un líder moral que promueve la paz, la equidad y la unidad”.
Rápidamente, la carta fue publicada por medios tanto de la Argentina como del mundo.
Clarín tituló: El Papa le envió una carta a Alberto Fernández en la que le pide ‘soluciones adecuadas a los problemas’ de los argentinos. La Nación informó bajo el título: “El papa Francisco le escribió una carta a Alberto Fernández ‘por los más débiles y descartados’. Infobae y otros medios de la Argentina y el mundo hicieron lo propio.
La discusión en redes sociales y programas políticos fue inmediata. No obstante, del intercambio dado a conocer por el gobierno no deben desprenderse conclusiones sobre afinidades específicas del Papa para el mandatario, ni sobre consideraciones extraordinarias sobre la coyuntura argentina.
No hay novedad en que al Papa le preocupe la situación de su país de origen, como lo ha expresado en múltiples oportunidades, o la de tantísimos otros países, y lo haga saber a cada uno de los mandatarios que le escriben o recibe.
Se trata de un intercambio protocolar con palabras y conceptos similares a los que el papa ha intercambiado, por ejemplo en 2018, con el ex presidente argentino Mauricio Macri, en la que lo animó a “seguir trabajando en su alta misión al servicio del bien de esa Nación, sabiendo que el futuro se construye con el aporte de todos, desde la justicia social, el encuentro y la búsqueda de la unidad, que ayuda a superar los conflictos, siembra alegría, esperanza y paz”.
Los intercambios, dados a conocer en ambos casos por cada uno de los gobiernos revelan similitudes tanto en formato como en afinidad con el mandatario al que escribe, e incluso contenidos. Y las tienen también con misivas enviadas a dignatarios de todo el mundo, que en muchos casos no se revelan justamente por el carácter privado de los intercambios.
Las internas políticas argentinas parecen nuevamente propicias para la instrumentación forzada de la figura del Papa Francisco. Si no, parece inexplicable que pueda suscitarse polémica por una carta de carácter protocolar.