Louise de Marillac nació el 12 de agosto de 1591 en París. Era hija natural de un noble y nunca llegó a conocer a su madre. Su padre falleció cuando tenía 13 años.
Enseguida notó su vocación religiosa pero por su mala salud no pudo ser aceptada en el convento de las capuchinas del Faubourg Saint-Honoré. Así que, su familia le aconsejó que se casara y su tío organizó el matrimonio con Antonio Legras en 1613.
Un año después nació su único hijo, Antonio, que murió muy pronto. También su marido, dos años después.
Su confesor era san Francisco de Sales, que falleció en 1622. En 1625 su director espiritual pasó a ser san Vicente de Paúl, quien la orientaba en conversaciones personales y por carta.
Entonces Luisa de Marillac vio que Dios le pedía dedicarse a los más desamparados.
Puso orden a la iniciativa que san Vicente de Paúl llevaba algunos años organizando y crearon las Hijas de la Caridad, bajo el lema "Amar a los pobres y honrarlos como honrarían al propio Cristo".
Serían mujeres dedicadas a la oración y a la atención de enfermos, pobres, enfermos mentales, ancianos y huérfanos, algo que no se llevaba a cabo en la Francia del siglo XVII.
De París, en vida de la santa la congregación se extendió a otras ciudades de Francia y Polonia: trabajaron en los hospitales en colaboración con los médicos y enfermeras, y atendieron también a las víctimas de la Guerra de los Treinta Años.
Santa Luisa de Marillac falleció el 15 de marzo de 1660. Su cuerpo incorrupto está en la capilla de la casa madre de las Hijas de la Caridad, en la Rue du Bac de París.
Santa patrona
Santa Luisa de Marillac es la patrona de los trabajadores sociales y cuidadores.
Oración
¡Oh, gloriosa Santa Luisa de Marillac!
Esposa fiel, madre modelo,
formadora de catequistas, maestras y enfermeras.
Ven en nuestra ayuda y alcanza del Señor:
socorro a los pobres,
alivio a los enfermos,
protección a los desamparados,
caridad a los ricos,
conversión a los pecadores,
vitalidad a nuestra Iglesia
y paz a nuestro pueblo.
Cuida nuestro hogar
y cuanto hay en él.
Que sea un camino recto
que nos conduzca a nuestra casa del cielo,
y que tu bendición descienda todos los días
sobre cada uno de los que en el vivimos.
Bendito seas, buen Dios,
porque sembraste el amor en Santa Luisa
para ejemplo nuestro
e imitación de Jesús,
Camino, Verdad y Vida.
Amén