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De pequeña admiraba a las misioneras: hoy es una de ellas

JUSTINA BANDA

Justina Banda.

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Dolors Massot - publicado el 07/05/22
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El 8 de mayo se celebra la Jornada de Vocaciones Nativas. Justina Banda es de Zimbaue y explica cómo surgió en ella la vocación.

Justina Banda es una religiosa de Zimbabue. Su testimonio sirve como ejemplo de la vitalidad de la fe y las vocaciones en África.

Nació en un poblado donde trabajaban misioneros españoles. Eran sacerdotes del Instituto Español de Misiones Extranjeras (IEME) y Misioneras Hijas del Calvario.

Justina era todavía muy niña cuando ya veía con admiración la labor misionera encarnada en aquel territorio que tenía sed de Dios: las monjas visitaban las comunidades, a los enfermos, atendían a los bebés y sus madres que daban a luz en condiciones precarias... Unos años había sequía y se pasaba hambre. Otro año azotaban enfermedades sobre una población sin acceso a la medicina más primordial.

Las monjas, a pesar de las dificultades, trabajaban, sonreían y rezaban. Para Justina, aquello fue un toque de Dios en el alma:

Y así fue.

Su padre le negó la dote

En la cultura de muchos pueblos africanos, como en otros lugares, está muy vinculada a la voluntad de los padres. Para Justina su padre había pensado en un matrimonio y la correspondiente dote. Cuando Justina le explicó que tenía vocación de religiosa, su padre no aceptó la decisión de su hija de entregarse a Dios y le dijo que iba a perder la dote. Para Justina eso causó sufrimiento en su interior, pero su madre le ayudó a seguir adelante y llegar a ser Misionera Hija del Calvario.

Puedes ver aquí algunas imágenes de la labor de Justina Banda:

¿Misionera Hija del Calvario? ¿Por qué se llaman así?

Porque su vocación es de entrega en los calvarios del mundo, es decir, con los pobres y desamparados, con los que tiene sida y no cuentan con medios para ser atendidos médicamente, con los huérfanos... “Como las monjas dejaron estas huellas, yo estoy siguiendo estas huellas”. Eran palabras de Justina hace unos días en Madrid, en la presentación de la Jornada de las Vocaciones Nativas.

Y es que mañana domingo 8 de mayo se celebra este día, que organizan las Obras Misionales Pontificias, como también la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones –organizada en nuestro país por la Conferencia Episcopal Española (CEE), la Conferencia Española de Religiosos (CONFER), y la Conferencia Española de Institutos Seculares (CEDIS)-.

¿Hay vocaciones?

¿Es posible que haya vocaciones? Cuando llegaron los misioneros a Hwange, no había ninguna vocación nativa. Hoy hay cerca de 100 hermanas africanas en la congregación y más de 80 sacerdotes diocesanos. África forma parte del futuro y del presente de la Iglesia más activa en el mundo, sin duda. Es una realidad.

Ahora es importante que no solo la Iglesia africana disponga de recursos para las personas a las que ayuda, sino que también para que los religiosos nativos puedan formarse. Para ello es necesario rezar y ofrecer sacrificios por ellos, y a eso añadir la ayuda económica, indispensable para dotar del material imprescindible en cada punto de misión y para que las vocaciones puedan recibir formación.

“Una Iglesia no puede constituirse como tal sin vocaciones, el trabajo de los misioneros debería tender a ser temporal”, afirma José María Calderón, director de Obras Misionales Pontificias (OMP). Según Calderón, los misioneros trabajan para el crecimiento de las iglesias. En estas iglesias surgen vocaciones, que son las primeras evangelizadoras de allí, ya que comparten el idioma, la cultura y la forma de pensar del pueblo. “Como los propios nativos, nadie va a ser”.

Para ayudar a estas vocaciones que nacen en las misiones, la Santa Sede cuenta con la Obra de San Pedro Apóstol, una de las Obras Misionales Pontificias, que cumplió esta semana 100 años como pontificia. Con ella la Iglesia sostiene los 745 seminarios diocesanos que hay en las misiones y 1.052 noviciados. “Gracias a Dios, hay vocaciones; pero hay que cuidarlas; los cristianos nos sentimos responsables”. El director de OMP añadió que el año pasado la Obra de San Pedro Apóstol ayudó a 85.000 seminaristas, novicios y novicias en el mundo.

Calderón subraya que es crucial ayudar a las vocaciones nativas: “Estamos haciendo posible que la Iglesia exista en los lugares donde sin nuestra ayuda no existiría”.

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