Cada día los descubro en mayor cantidad, son enemigos de nuestra fe. Tienen como un libreto que les indica qué frases usar, cuáles versículos de la Biblia pueden emplear a medias, para señalarte que eso y aquello de tu fe “no es Bíblico”.
Así es el anticatolicismo. Ya no ocurre solo en las redes sociales. Hay gobiernos antidemocráticos como el de Nicaragua que atacan abiertamente a la Iglesia.
No soportan la verdad, el deseo de vivir en libertad, a un obispo valiente que se lo recuerda y les dice que los ama.
Ya no sorprende descubrir a los que quieren confundir, silenciar, callar. Pero a veces sí me sorprende el silencio de tantos católicos. Prefieren no hablar, escribir.
Una respuesta valiente
Estaba pensando en ello y justo una persona que conozco posteó en su Facebook este manifiesto:
“¡Por fin!”, me dije cuando lo leí. “Estamos despertando”.
Verdad y misericordia
Yo huía de las discusiones. No me interesaban. Me sacaban de mi zona de confort. ¿Te ha pasado? Me sentía bien en mi comodidad.
Pero en ocasiones son inevitables esos debates. Hay temas como el aborto que encienden pasiones y gracias al buen Dios “despiertan” y hacen reaccionar a los defensores de la vida con sólidos argumentos en favor de los niños por nacer.
Ante estos ataques, no tienes que devolver los insultos o amenazas. El odio solo alimenta más odio.
Tú siembra amor, habla y escribe serenamente, conserva tu dignidad, la fe y responde con la verdad y la misericordia. Lleva el debate a tu nivel.
El papa Francisco ha hablado de no temer a esos momentos.
Primero rezar y después hablar
Me encontraba discutiendo con un conocido (es católico) sobre nuestra fe y el estado actual de la Iglesia, los graves problemas que aquejan a la Iglesia.
No llegábamos a ningún entendimiento. La verdad es que se expresaba muy molesto por temas en los que no estaba de acuerdo y me parecía que lastimaba a la Iglesia sin tener esa intención.
Creo que a veces las personas piensan y se expresan mal de la Iglesia por varios motivos:
En este momento se lanzan en las redes sociales a criticarlo todo sobre nuestra santa religión, con el silencio de muchos católicos que no se animan a hablar.
Y considero que eso debe cambiar, en bien de todos, para la corrección de los errores y la salvación de esas almas y de la nuestra también.
Un consejo: antes de cualquier debate, reza el Rosario con fervor y serenidad.