“¡Mi familia Kurda!”, expresó el papa Francisco. Tras mediar y asumir personalmente los costes del traslado a Roma desde Chipre, Francisco abrazó finalmente a una familia kurda originaria de Iraq que se encontraba en un ‘limbo burocrático’, debido a su condición de solicitantes de asilo en esa isla del Mediterráneo.
El Papa conoció la historia de Imán, la joven madre kurda y de su familia, luego de su viaje apostólico a Chipre y Grecia (2-6) diciembre de 2021, en el cual también pidió perdón “por el escándalo del drama de los migrantes, por el escándalo de tantas vidas ahogadas en el mar”.
Después de la audiencia general del miércoles 1 de junio de 2022, llegó ese esperado abrazo, un entrañable momento agradecido de Imán y de sus cuatro niños con el 266º Sucesor de Pedro en el Vaticano.
“El Papa es maravilloso, sin él estaríamos todavía en Chipre, sin dinero, medicinas y mis hijos sin estudiar”, dijo a Aleteia Imán Nader, 28 años, emocionada por este encuentro, junto a su esposo Redwar Ibrahim Hussein, 34 años y sus cuatro hijos (Halwest, Ayad, Hastyar y Asmaa).
La familia padecían casi de una “vida suspendida” en medio del reconocimiento del estatus de asilo y de la pobreza de su condición; hoy los niños ya están inscritos en la escuela en Roma, aprenden italiano, y siguen adelante con sus vidas también con el apoyo de la Comunidad de San Egidio. Por su parte, Redwar desea conseguir trabajo como pizzero.
Francisco, 85 años, lució feliz como un "abuelo" con los niños de Imán. Las imágenes muestran ese intercambio cómplice palpable entre sonrisas, cercanía y afectos. El Papa se disculpó porque tenía que saludarlos sentado por el reposo que tiene que guardar por su rodilla derecha. Precisamente en su catequesis predicó sobre la fragilidad y la vulnerabilidad también referida a los ancianos y a las personas mayores.
Imán, musulmana, conoció a Francisco en diciembre de 2021. Ella con su familia había llegado a Chipre desde el Kurdistán iraquí huyendo de la violencia, de la pobreza y de la persecución. Imán vio al Papa fugazmente el 2 de diciembre en la Catedral maronita de Nuestra Señora de las Gracias, Nicosia.
Ella sentada en los últimos bancos espero ese momento fugaz para ver al Papa que alcanzó a ver mientras pasaba el corredor saludando a todos. Imán encontró en esa iglesia a una periodista argentina, Silvina Perez, directora de la edición en español de L’Osservatore Romano.
Ambas mujeres comenzaron a intercambiar mensajes. Y de ahí la historia dolorosa y de súplica de la familia Kurda llega a los oídos del Papa que comienza a mover todos los hilos para activar un corredor humanitario, a través de la Comunidad de San Egidio, para ayudar a migrantes y refugiados varados en Chipre y llevarlos a Roma.
La burocracia y las trabas no se hicieron esperar. Entonces Silvina Perez cuenta al Papa sobre las dificultades del traslado y el Papa se ofrece a mediar y pagar todos los gastos necesarios para que su nueva “familia Kurda” no pasara más trabajo en Chipre. La mediación del Papa fue eficaz y, el 29 de marzo 2022, Imán, volvió a “renacer” llegando a Roma con su familia. “El Papa es una persona especial, amo Italia y los italianos por su acogida y gran humanidad”, dijo la madre kurda a Aleteia.
La periodista Eva Fernández, corresponsal de Cope en el Vaticano narró el primer encuentro de Imán con el Papa y compartió imágenes del encuentro en la audiencia general y muestra en sus redes el mensaje manuscrito de agradecimiento de Imán: “¡Gracias por traernos a Italia! - Mis hijos ahora tienen una vida mejor que en Irak y Chipre. Gracias por permitirnos ser sus vecinos”.
“Esto es hermoso. Estoy flotando en el cielo. Muchas gracias al papa Francisco”. Imán contó a Aleteia que en Chipre pasaron muchas dificultades, su esposo se enfermó y no tenían dinero para las medicinas, contrajo el COVID-19. “(la variante) Delta es muy peligrosa, no sé como se salvó, pero en Italia ya tenemos cobertura médica”. En Irak las cosas “estaban muy mal” por la corrupción y la inestabilidad, pero en Chipre no mejoraban, por el contrario, sus condiciones de vida empeoraron. “En Italia sentimos respeto y nos cuidan”. "El Papa nos salvó la vida". Francisco les regaló un rosario bendecido, aunque si la familia es musulmana, ellos comprenden que es un símbolo de cariño y cercanía.