Tras el asesinato de dos sacerdotes jesuitas y las descalificaciones que, desde la más alta tribuna del país, ha hecho el presidente de México a los obispos, a los sacerdotes y a la comunidad jesuita, la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), la Conferencia de Superiores Mayores de Religiosos de México y la Provincia Mexicana de la Compañía de Jesús, han respondido con un comunicado conjunto en el que plantean cuatro acciones para el propiciar el diálogo social y poder construir un camino de justicia y reconciliación que lleve a la paz al país.
Intitulado “Tejer en Cristo nuevas relaciones: de la fragmentación a la unidad”, la CEM los religiosos y religiosas así como la Compañía de Jesús han lanzado un mensaje decisivo en horas difíciles que vive México, con un número gigantesco de asesinatos dolosos en lo que va de la presente administración federal (desde el 1 de diciembre de 2018) y que las cifras oficiales sitúan en 124,000 hasta la fecha, aunque podrían ser muchos más.
“Los asesinatos y desapariciones que diariamente se cometen en el país son –dice el comunicado-- un llamado de Dios a unirnos para pedir por la paz. La sangre derramada de estos hermanos y hermanas es la sangre de Jesús que cae a la tierra para hacerla fértil y emprender un camino por la paz”.
A partir de ese diagnóstico han lanzado la convocatoria de una Jornada Nacional de Oración por la Paz, compuesta por cuatro acciones específicas.
“1. En todas las misas a celebrarse el próximo 10 de julio hacer memoria de todos los sacerdotes, religiosos y religiosas que han sido asesinados en el país y ofrecer la intención de la eucaristía por su vida para que su dolor nos acompañe en este camino por la paz. En los templos se pueden colocar fotografías de estos hombres y mujeres que han dado su vida por el pueblo de Dios y han recibido la muerte violenta.
“2. Este mes de julio les pedimos celebrar misas o realizar oraciones comunitarias en lugares significativos que representen a todas las personas que han desaparecido o sufrido una muerte violenta, sean homicidios dolosos, feminicidios, activistas sociales o cualquier otra persona en situación de exclusión o vulnerabilidad, ahí existe una herida que sanar y ahí está la fuerza que hoy necesita el país para construir la paz. Hacer memoria de la muerte y resurrección de Jesús, en estos lugares, transformará el miedo en fuerza para construir la paz.
“3. Como signo profético de nuestra Iglesia, en las eucaristías del día 31 de julio pidamos por los victimarios, oremos por sus vidas y la conversión de sus corazones, tendamos la mano para recibirlos con el corazón arrepentido a la casa de Dios. Ellos también son nuestros hermanos y necesitan de nuestra oración. No más violencia en nuestro país.
“4. Cada Diócesis, Congregación Religiosa o Parroquia, definirá las acciones a emprender para abonar a este camino para la paz, como son horas santas, procesiones por la paz, mensajes al pueblo de Dios. Hoy necesitamos historias de esperanza, imágenes donde vemos a la comunidad orando y pidiendo por la paz. Les pedimos difundir sus acciones en las redes sociales”.
Muchos comentaristas políticos han especulado en sus columnas sobre un enfrentamiento entre Iglesia y Gobierno, similar al que sucedió previo a la llamada Guerra Cristera (1926-1929) que dejó en México cerca de 250,000 muertos. Sin embargo, lejos de tomar una actitud beligerante, la CEM, los superiores mayores de los religiosos y los jesuitas, han decidido que su apuesta “es por el diálogo social para construir un camino de justicia y reconciliación que nos lleve a la paz”.
El mensaje termina con unas palabras que todo México quería escuchar de la Iglesia que aglutina el segundo número de católicos en el planeta: “Queremos abrir horizontes de diálogo para construir la paz. Estamos delante de un problema complejo que necesita de todos y todas para atenderlo desde la raíz y así dejar que el Cristo Resucitado haga surgir una nueva mirada que permita construir los acuerdos que hoy México necesita”.
Y la encomienda a la Virgen de Guadalupe, madre de todos los mexicanos sin distinción quien siempre ha acompañado al pueblo de Dios en los momentos más difíciles de su historia. “Ahí está la madre que nos regala un abrazo de paz y nos envía a ser peregrinos de la esperanza y unidad”, concluye el oportuno mensaje.
ORACIÓN POR LA PAZ DE LA IGLESIA DE MÉXICO
“Señor Jesús, Tú eres nuestra paz,
mira nuestra patria dañada por la violencia y dispersa por el miedo y la inseguridad.
Consuela el dolor de quienes sufren.
Da acierto a las decisiones de quienes nos gobiernan.
Toca el corazón de quienes olvidan que somos hermanos y provocan sufrimiento y muerte,
dales el don de la conversión.
Protege a las familias, a nuestros niños, adolescentes y jóvenes, a nuestros pueblos y comunidades.
Que como discípulos misioneros tuyos, ciudadanos responsables, sepamos ser promotores de justicia y de paz, para que en ti, nuestro pueblo tenga vida digna.
María, Reina de la paz, ruega por nosotros”.