Ahí, en esa ciudad de excesos, fama, glamour y consumismo, en el epicentro del cine, en la meca de la cinematografía mundial, Hollywood, encontró su verdadera vocación: encontró a el Vivo, encontró a ese Dios que nos busca y que está presente en el mayor milagro que existe: la Eucaristía.
Hoy Lucía promociona el cine católico para ayudarnos a decidir ser esclavos o ser reyes en este mundo y en la eternidad.
-Lucía, platícanos sobre ti.
Me llamo Lucía González Barandiarán, soy vasca, aunque crecí en una ciudad de la costa de España, que se llama Valencia, de donde viene la paella. Y desde hace unos 10 o 12 años vivo en Madrid. Estoy casada con un hombre que me persigue en todas mis locuras, y tengo una niña pequeñita que se llama Teresa.
-¿Cuáles son los talentos que Dios te ha dado?
Me resulta difícil decirlo, pero veo oportunidades que Dios me ha dado y me ha puesto en medio de cosas preciosas. Me dedico al cine, y en mis primeros años fui periodista. Estudié una carrera que se llama Comunicación Audiovisual en España.
Por “diosidencias”, Él, que conoce mis anhelos más profundos, como comunicar buenas noticias, me hizo caer en Los Ángeles supuestamente para aprender inglés, y ahí me encontré con una productora fundada por latinos conversos que estaban haciendo el bien a través del cine. Así fue como comprendí que el cine es un instrumento muy potente de comunicación, más de lo que yo pensaba.
Así, sin darme cuenta, acabé trabajando, primero en marketing y comunicación, y poco a poco fui aprendiendo del mundo de la distribución. Hace casi cinco años decidí fundar Bosco Films; es mi empresa, en la que estoy fiada a lo que Dios me va pidiendo y buscando joyitas que puedan ayudar al espectador a crecer por dentro.
-¿Has tenido momentos de tristeza?
Enormes, constantemente. Este ha sido un año no sé si de noches oscuras, pero sí de replantearme las cosas, de ver qué es lo que Dios pide de mí y ver cuál debe ser mi camino para hacer las cosas bien. Hay veces que pienso que es como si intentara ayudar en la causa de Cristo a los demás, pero al mismo tiempo pienso en que me quita mucho tiempo para cuidar de mi hija, de mi familia. Pero mi marido me ayuda a recordar que lo que estoy haciendo viene de Dios. Me siento mucho más tranquila pensando que es Dios quien lleva el timón de esto y no yo.
La empresa está consagrada, desde que era una idea, a la Virgen de Guadalupe. Tenía un nombre pensado para mi empresa, pero en mi primer viaje a México fui a visitar a la Virgen y le dije que, si quería que me fuera bien, simplemente me fuera conduciendo.
-¿Siempre has sido una persona creyente?
Sí. Crecí en una familia católica y tenía el deseo de comunicar las buenas causas y los temas de la fe. Cuando llegué a Roma empecé a conocer más cosas y ahí fue cuando empecé a hacerme preguntas. Lo mejor es que encontré personas que realmente estaban enamoradas de Dios, jóvenes de mi edad, de otros países y, cuando compartes la fe con alguien, es más fácil enamorarse; por algo Dios creó las comunidades, no quiere que vivamos solos la fe.
En Los Ángeles fue un salto cualitativo, porque ahí conocí a los conversos, gente que realmente había cambiado su vida por servir a Cristo. Eso me hizo replantearme muchas cosas y, el hecho de encontrarme con personas que han renunciado a todo, me hizo pensar en la fe de los latinos, de los conversos, y pedí tener esa misma fe.
-¿Cómo es el mundo de Los Ángeles para alguien como tú?
Siempre me he sentido muy protegida. Sí es un mundo de excesos, pero a mí no me tocó verlo: alrededor de mí siempre ha habido gente buena. La ciudad no me gustó, pero eso al final es cierta parte del cine. Vi a mucha gente descentrada y en ocasiones no puedes caminar tranquila por la calle.
Una de mis compañeras de piso estaba trabajando en una productora; era una chica humilde, y un día, cruzando la calle, delante de ella pasó un coche, sacaron una pistola y le pegaron un tiro. Ella sobrevivió pero me parece que no es una buena ciudad para vivir.
En Los Ángeles aprendí mucho a nivel de entrega; a pesar de que había mucha falsedad, encontré gente muy auténtica que me enseñó a luchar por un cine que edifique.
-¿En algún momento, caminando por Los Ángeles, sentiste la ausencia del “Vivo”?
Creo que no. Yo decía cuando era niña: “¿Por qué todos sienten cosas y yo no siento nada?”. Pero entendí que la fe no es sentir. Entonces, entré en una iglesia, sentí el vacío absoluto y ahí fue cuando sentí en el corazón que Dios me decía: “Estás tan acostumbrada a mi presencia que no te has dado cuenta de lo que es estar sin Mí”. Ahí decidí que quería estar “calientita” dentro de la Iglesia.
-¿Quién es el “Vivo”?
La Persona que más nos ama en el mundo y en el extramundo. Es la razón por la que todos estamos aquí; es amigo, es Padre, es Aquel que nos empuja a querer sacar la mejor versión de nosotros mismos y a amar de una manera más pura.
Esta película habla de recuperar esos momentos de silencio y de ponerte a tiro para que Dios te hable. El mundo vive en constante ruido y somos presas. Es como si tuviéramos miedo al silencio y, sin el silencio, no podemos escuchar a Dios.
-¿Cómo podemos comprobar que está vivo?
Intentando ser humildes, porque si nos ponemos una coraza no lo vamos a ver, no le dejamos la puerta abierta. Para mi es vital estar en gracia y, cuando veo que el pecado cada vez es más frecuente, vuelvo a limpiar, vuelvo a empezar y le pido a Dios que me recoloque.
-En tu profesión, ¿es fácil caer en el egocentrismo?
Sí. Y no sólo los periodistas, sino también en el mundo del cine. Mi defecto es la soberbia, pero los bofetones de Dios me colocan en mi sitio. Intento tener un corazón limpio para siempre verle.
Ahora estoy con una niña con un balón, viendo cómo se derrama la gracia en la promoción con toda la gente que participa y que me ayuda a promover esta cinta.
-¿Cómo haces para sentirte plena?
Me cuesta, pero la clave es estar en gracia. Cuando veo que el pecado empieza a entrar con frecuencia, me confieso. Los sacramentos son importantes.
-¿Qué has visto en el rostro de las personas que entran al cine? ¿Cómo llegan y cómo se van?
Veo que la gente sale llorando, porque no era lo que esperaban. Es un documental muy sencillo que te habla de gente que ha vivido una experiencia transformadora y, el modo en el que lo cuentan, realmente lo vale todo.
Una chica en España, conversa, cuando se estrenó “Vivo” decidió comprar entradas para regalar y la que le sobró se la regaló a una persona que estaba pidiendo en la calle. Ella me escribió diciendo que al salir de la sala hizo una genuflexión; no sólo fue a entretenerse, sino también a rezar.
-¿Cómo podemos entender el concepto de “Vivo” si no lo podemos ver?
Es fe. Mi padre decía que tenemos la suerte de tener fe, porque no cualquiera la tiene y es fácil perderla. He visto cómo gente que no cree y quiere creer va a una iglesia, y ha pasado mucho tras el confinamiento. La pandemia puso en orden nuestras prioridades.
Me preguntan, ¿qué hago para tener fe? Les digo que vayan a una iglesia y que de corazón pidan la fe. Dios es el Misterio por excelencia.
-¿Por qué tenemos que ir a ver “Vivo”?
Porque, al igual que Marvel, ésta es la historia de un súper héroe, pero del mayor súper héroe de la historia. Un súper héroe que trabaja en lo pequeño y es capaz de transformar las cosas más sencillas si nos dejamos.
-¿Hay una película más que estás promocionando ahora, “Esclavos y Reyes”?
La película surge a raíz del 150 aniversario de la muerte de san Antonio María Claret, y es una forma de poder festejarlo. Decía el director que antes, para dar a conocer las vías de los santos, se hacían retablos o esculturas, pero ahora es haciendo películas. Es una historia de “Esclavos y Reyes”, porque él quería vivir pobre, pero no lo logró.
El título es una síntesis de lo que fue su vida. Él decía que quería vivir pobre y a pie en los pueblos más pequeños de Cataluña; pero su don de gentes hizo que se propagara como la pólvora que él existía, que era un sacerdote que atraía mucho a la gente, y por ese motivo le mandaron a Cuba.
Estando en Cuba, como arzobispo, decidió no callarse ante lo que veía, como el caso de los esclavos.
La virtud de todo santo es vivir en coherencia con lo que crees, y Claret fue absolutamente coherente en todos los momentos de su vida, independientemente de quién tuviera enfrente; él creía en la dignidad y el valor de la vida de cada persona, por ello defendía a los esclavos.
En una segunda etapa lo mandaron de confesor de la reina de España, Isabel II, que, por otra parte, fue probablemente la mayor esclava porque al morir su padre la hicieron reina, con apenas 12 años, y nunca pudo ser libre de tomar sus propias decisiones.
Yo soy la distribuidora internacional de esta película, los productores son Stellarum Films junto con los claretianos. “Esclavos y Reyes” es la vida de San Antonio María Claret.
Están llegando a mis manos historias de personas de vidas extraordinarias y que vivieron justo en ese momento histórico, hace 150 o 200 años, y san Antonio vivió en un momento de guerra y en un momento de enorme rechazo hacia la Iglesia. En sus inicios vivía un enorme rechazo por ser sacerdote; luego decían que tenía el don de la palabra e iba conquistando a la gente por cómo hablaba, por su ejemplo. Así que, invito a verla para darnos cuenta de que podemos ser luz en un momento de tiniebla.